Una noche en el Limbo.

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Una noche en el limbo.

"Reto para el escritor: Había una vez una ángel que le dijo a un demonio como romperle el corazón ¿Qué le dijo?"

El sol comenzaba a ocultarse poco a poco con una lentitud de la que nadie se percata nunca en el día a día, sobre una montaña una mujer con alas miraba al astro rey ir a descansar y cederle su paso a la luna, la mujer alada mecía sus pies colgados sobre el vacio con una tranquilidad poco usual, sin la preocupación que tendría un mortal de perecer si a la naturaleza se le ocurría hacer un mal chiste y decidir tirar el pequeño risco con quien estuviera sobre él. Los cabellos dorados; casi blancuzcos de la chica danzaban al son de la ligera briza que refrescaba el bosque mientras reposaban sobre sus hombros. Desde la lejanía una criatura obscura miraba la silueta de la mujer con curiosidad, caminó con cautela y se detuvo a algunos pasos detrás de la chica, sus pisadas no resonaron en el pasto. La luna comenzó a asomarse por el horizonte con un brillo amarillento, la silueta del conejo que resguarda cada noche al satélite se podía ver gracias a la claridad del cielo esta noche, la enorme roca se veía un poco más grande de lo habitual. La mujer alada comenzó a tararear una canción por lo bajo mientras sus pies adoptaron el ritmo de esta, sus alas descansaban delicadamente sobre el pasto, sus plumas blancas se movían coreando el cantó de nuevo gracias a la briza.

- ¿Qué eres? -Interrogó la silueta obscura sin dejar de apartar sus ojos amarillentos de la mujer, esta miró sobre su hombro y vislumbro quien la había abordado, algo parecido a un muchacho, de piel obscura con un tono verdoso enfermizo, sus ojos brillaban incluso sin luz que se reflejara en ellos, tenía la musculatura algo marcada pero aun así su aspecto enfermizo no se desvanecía del todo, un par de cuernos pequeños asomaban sobre su frente, una cola serpenteaba sobre el suelo.

-Un ángel... -Respondió la mujer alada regresando su vista hacia el horizonte, su tono de voz despedía calma, realmente todo en la mujer dejaba percibir calma- Mi nombre es Maya... ¿Tú que eres? ¿Tienes nombre?

-Mi nombre es Aviv... Soy un ángel... -Respondió la siniestra figura mientras se sentaba en el borde del barranco, miró hacia el frente sin encontrar algo interesante en que enfocar su vista, la cálida voz femenina llamó su atención.

- ¿Un ángel? No te pareces a alguno de mis hermanos... Tampoco te he visto en casa...

-Soy un ángel caído... -Explicó Aviv con frialdad, el joven demonio era conciso, se limitaba a responder concretamente- ¿De dónde vienes?

-Del Edén ¿Y tú? -Maya señaló con el dedo índice hacia el cielo sin dejar de ver hacia el frente, parecía estar hipnotizada con el paraje obscuro, pocas figuras eran visibles con la poca pero mística luz que despedía la Luna, la luz contrastaba con las sombras y obscuridad que emanaban los arboles. Aviv había comenzado a arrancar hebras de pasto del suelo y dejarlas caer sobre su regazo - ¿Por qué caído? ¿Qué te sucedió?

- Del Hades, averno, infierno, del tártaro...

- ¿Vives en todos esos lugares? -Interrumpió la mujer mirando por primera vez y directamente al demonio frente a ella, sus ojos estaban abiertos con sorpresa, las iris amarillentas chocaron con las color miel de la chica.

-No... Son el mismo lugar pero tiene diferentes nombres... No me ocurrió nada, solamente un día abrí los ojos y tome un derecho que al parecer no es para todos... El libre albedrio es una verdad a medias, puedes escoger que hacer siempre y cuando este dentro de las opciones que alguien superior a ti te de... Es una espada con el mango afilado y lleno de astillas, tómalo pero seguro te hará daño -El demonio se limpio el pasto que se había acumulado sobre sus piernas sacudiéndolo con las manos, sus garras largas y afiladas cortaban el pasto sin problema alguno- Puedo preguntar... ¿Qué vez al horizonte que te tiene tan absorta?

-Todo... El viento, los arboles, sus sombras, la obscuridad, la Luna... ¿No te gusta?

-Nunca me he detenido a ver las cosas como tu...

-Ahora puedes hacerlo, no estás haciendo nada más... Solamente estas sentado, es el momento perfecto para disfrutar de lo que te rodea... ¿No te da miedo morir sin haber sentido alguna vez lo que te rodea?

-No puedo morir... -Aviv se cruzó de piernas mientras su cola jugueteaba desde su espalda- ¿Tu si? -Maya sacudió sus alas levantando un poco de tierra, sentía como le comenzaban a hormiguear por estar en la misma posición mientras charlaba con el demonio.

-Sí y no... Soy mortal pero no envejezco, naci con esta apariencia física y moriré con ella, el tiempo para mí no es más que una medida creada por los hombres para sentir que pueden controlar su existencia -Maya guardo un silencio interrogándose a sí misma si podía terminar con su explicación, algo en su interior le mandaba detenerse pero quería explayarse por primera como ella quería, la compañía de aquel joven de aspecto tan extraño la dotaba de una confianza que no había tenido el placer de sentir- Solamente puedo ser asesinada...

- ¿Cómo te pueden asesinar? -Aviv la miró sin malicia, solamente se hallaba intrigado ante la información que acababa de escuchar, Maya tragó saliva, era la primera vez que la chica alada sentía esa sensación de mortalidad, sentía las consecuencias de sus actos por primera vez en lo que llevaba de existencia caer sobre sus hombros, como un baño fría en la realidad.

-Rompiéndome el corazón...

-No entiendo esa expresión... -Maya sonrió mirando hacia el abismo mientras se abochornaba, cualquiera pensaría que los demonios son maliciosos y conocían cada expresión de dolor pero este no, parecía un niño lleno de dudas y preguntas las cuales tenía la necesidad de responder- ¿Cómo pueden romper tu corazón? Una espada puede partirlo, una bala atravesarlo, el fuego calcinarlo... Pero no se que pueda romperlo...

-El arma más hiriente y sencilla del mundo -La chica miró a Aviv- Las palabras, no necesitan atravesarme con una espada o dispararme para matarme... Incluso creo que ni siquiera podrían matarme haciendo eso... Para morir tendría que enamorarme de alguien y que esa persona me destrozara...

- ¿Cómo podría hacer eso?

-Haciéndome creer que esta tan enamorado de mi que podría morir por mí, que intentaría atravesar el mundo solamente por verme o que después de un día agitado y triste me vea y sonría, hacer que cuando sujete mi mano yo no pueda pensar en nada más que no soltarlo... -Maya lanzó un suspiro esperanzador, los ojos de Aviv permanecían sobre la silueta femenina, con el paso del tiempo comenzó a sentirse cómodo, su postura tensa se había convertido en una espalda arqueada y que dejaba ver confianza, su cola se movía con una lentitud pacífica- Y cuando me tenga ciega por el... Lastimarme, hacer que lo odie pero no poder olvidarlo porque dejó una marca en mí, necesitar alejarme de él porqué sé que me hace mal pero buscarlo aun así... Eso me mataría... ¿Y tú? Me gustaría saber un poco más de ti...

- ¿Yo? No puedo morir... La mortalidad es un derecho que rechacé hace ya demasiado tiempo atrás, tu castigo es morir si te rompen el corazón... Mi castigo seria mirar como la persona que amo muere y yo quedarme aquí... Sin poder reunirme de nuevo con ella o el... ¿Es peor no? -La chica alada guardo silencio mientras envolvió con su mirada los ojos amarillentos de demonio frente a ella, sonrió intentando mostrarse cálida pero la frialdad de la historia del joven la tenia intranquila- Estoy condenado a una vida de soledad...

-Tal vez no tengas que estar solo... Podrías venir cada noche y platicar conmigo... -Aviv negó con la cabeza mientras se enderezaba con una sonrisa triste en el rostro.

-No... No quiero que algo te pase si me enamoro de ti... -El muchacho miró a Maya, la joven regresó la mirada hacia el horizonte con dolor, sentía sus ojos vibrar con debilidad y percibió que las lagrimas venían, basto una noche para que el cielo y el infierno se conocieran y se enamoraran. Ambos sintieron dolor en el alma, la infelicidad del amor y la soledad de la inmortalidad.

Una lágrima escurrió por la mejilla de Maya mientras a sus espaldas Aviv se alejaba con ira y tristeza en los músculos, su cola colgaba con tristeza, las alas de maya la cubrían como una manta resguardándola del frío, el frío de la tristeza era mucho más fuerte para un ángel como ella. La chica alada sintió de repente sus pies pesados, las alas engarrotadas; las intentó mover pero no lo logró, sabía lo que estaba ocurriendo, se despedía de la vida, su vista se nublo dejándola descansar para siempre. Aviv regresó la mirada última vez hacia el precipicio mientras seguía caminando, sobre su hombro una estatua de piedra igual a Maya confirmo su inmortalidad. El cielo y el infierno solo se conocieron una noche pero se enamoraron por la eternidad.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2017 ⏰

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