CAPÍTULO 1 MISIÓN: "Sin Especificar"

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Parte 1



La oscuridad penetraba en cada espacio hueco de escombros, ruinas y lo que quedaba en pie de los grandes edificios de cemento destruidos. El aroma a zinc dejado por la balas y esparcido por todo el lugar se combinaba con los fétidos olores que emanaban los cuerpos enterrados de hombres, mujeres y niños; que ya no se podían identificar por las quemaduras que había carbonizado su piel, también el aroma único de la daltanita se mezclaba en el aire, provocando una atmósfera pesada en aquella ciudad-refugio destruida.

Ni una semana había pasado desde que aquel lugar fue destruido, parecía como si un poderoso explosivo, un gran fenómeno natural o el ataque de un Draknors lo había causado. Pero eso no era así, ni siquiera se acercaba a lo que realmente ocurrió; lo evidente era que las huellas de aquellos monstruos fríos de metal y sin corazón aún estaban frescas en cada rincón de aquel lugar.

Entre esas edificaciones destruidas, escombros de ladrillos, cemento y metal una tenue luz brillaba a lo lejos, tres sombras humanas caminaban tratando de evitar pisar los cadáveres en su camino, eran los únicos además de lo carroñeros o eso querían creer con todo su ser, mientras sigilosamente avanzaban.

Uno de ellos, el mayor sin una mueca de asombro, preocupación o miedo en su rostro; miraba las expresiones de terror y desesperanza en cada cadáver hallado, ni los aullidos de los grandes y peligrosos carroñeros a lo lejos lo atemorizaba, no le preocupaban en absoluto. No solo él se mantenía firme ante esas escenas de horror, su compañero de ojos desganados y azules también era inmune aquella situación.

— ¡Que mierda les pasa...! —Pero no era lo mismo para el más joven de los tres— no tienen ni compasión por los niños. — sintiendo asqueado por las escenas las cuales no podía dejar de mirar.

Veía horrorizado los cadáveres de diez niños acurrucados en una pared a medio destruir, su piel se encontraba carbonizada, lo mismo que su ropa, lo más notable eran las heridas de armas láser en sus diminutos cuerpos; solo a unos metros donde el joven de dieciocho años se encontraba. La luz de la linterna que el joven portaba mostraba aquella inocencia perdida en lágrimas y desesperados gritos.

—Arthur podrías callarte, puede haber un vigía muy cerca y los próximos seriamos nosotros,— Dijo el mayor de los dos hombres —Además tu quisiste seguirnos con la estúpida excusa de que ya eres un hombre.— Dándole un manotazo en la cabeza y susurrando —mocoso estúpido, lo que hacemos aquí es de suicidas— reprochando al joven mientras seguían caminando.

En efecto se encontraban a dos días de su refugio.

Cinco días atrás una gran explosión proveniente del sur remeció la tierra e ilumino el cielo oscuro de la noche, tan fuerte que las señales de aquello habían llegado a sus oídos, del mismo modo el movimiento telúrico. Esperaron dos días para preparar todo lo necesario y realizar su excursión hacia el origen de aquella explosión.

La mayoría de personas que convivían con ellos en el refugio al cual pertenecían, se negaban a salir al exterior. Su mayor miedo era encontrarse con aquellas criaturas de hierro que no tenían rasgos de compasión, ni una emoción o instinto animal, solo asesinaban a todo ser humano que podían encontrar a su paso.

Solo dos personas de aquel refugio eran tan temerarias para arriesgar su vida y realizar actos suicidas sin vacilar o dudar aunque sea un poco, la mayoría de personas en el refugio los respetaba como también una diminuta cantidad de estas los odiaban.

Estos eran Lux Arqueides y Marx Tailez.

Sus excursiones realizadas para encontrar nuevos recursos alimenticios, armas y otros instrumentos de utilidad para sobrevivir, sobreviviendo a todo peligro en sus viajes había atraído las miradas de los más jóvenes en especial la de Arthur que no dudo en unirse a la expedición de aquellos intrépidos hombres.

Neo 2.0--Volumen 01(completado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora