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Querida Julieta:

La segunda vez que hablamos fue un día antes de las vacaciones de invierno. Para entonces, ya tenías más amigos y mis esperanzas de ser parte de tu círculo eran cada vez menores.

Estabas sentada en una banca en la entrada del colegio, mirando tu celular. Hablabas por teléfono; escuché que llegarían tarde por ti, ya que los caminos estaban obstruidos por la nieve. Yo no sabía qué hacer, eras la última chica en la escuela y no quería dejarte sola.

Decidí sentarme a tu lado. Hablamos un rato sobre tareas y nuestros planes para vacaciones. No sé cómo terminamos jugando en la nieve, cada vez que una bola de nieve impactaba en tu ropa, reías y yo sólo podía pensar que era la risa más linda del mundo. Jugamos hasta que un auto negro se estacionó en la calle de enfrente y te despediste de mí.

Durante las vacaciones tú ocupaste la mayoría de mis pensamientos. Una mañana desperté y me dí cuenta de que estaba enamorado.

-Anónimo

Querida JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora