Declarándose

394 32 14
                                    

Este pequeño drabble correspondía al día de ayer, pero bueno, yo de lenta...

Black Hat era malo, déspota, sin escrúpulos, todo un genio del mal. A las personas normales todo aquello podía parecerles repulsivo, pero para el Dr, Flug aquellos adjetivos negativos eran más bien cualidades. Ya no solo admiraba a su jefe, sino que había empezado a parecerle atractivo. No sabía desde cuando había empezado a sentirse así, pero ahora cada que veía a Black, se sentía inquieto, su buen físico, su elegancia y su malvada forma de ser lo seducían cada vez más.

Quería, no, necesitaba acercarse a él pero ¿cómo? ni siquiera podía decirse que eran amigos o algo así, eran más bien simples socios. Cada día sentía que debía hablarle a Black sobre sus sentimientos, pero nunca había un momento oportuno para hacerlo y Flug se acobardaba pensando que su jefe se burlaría de él, quizá hasta sentiría asco y no lo dejaría seguir trabajando a su lado. Tal vez por eso lo mejor era no decir nada, amarlo en silencio para no perder su compañía, pero aquel punto de vista tan cobarde molestaba al Dr. Flug, quien finalmente decidió arriesgarse. Lo haría en la noche, ya que Demencia y 505 estuvieran en sus respectivos cuartos.

El científico se arregló, quería dar una buena imagen a su jefe, aunque no se quitó la bolsa que le cubría la cara, no le gustaba enseñar su rostro, menos ahora que estaba por jugarse el todo por el todo: que Black aceptara sus sentimientos o que lo despreciara haciéndolo quedar como un estúpido. Antes de ir en busca de Black, Dr. Flug pensó que noe staría mal ensayar un poco frente al espejo para disipar los nervios.

—Jefesito yo... me gustas mucho y quisiera...—

«¡No, no debo dudar tanto!» pensó Flug.

—Black Hat, me gustas, no puedo ocultarlo más— «¡Bien! mucho mejor»

—Amo tu maldad y tu villanía, y si correspondes a mis sentimientos seré tu esclavo incondicional y podrás hacer conmigo lo que quieras—

«jejeje, quizá es demasiado» pensó Flug sonrojádose un poco bajo su bolsa de papel.

—¿Lo que yo quiera?— Flug casi saltó del susto al escuchar la voz de su jefe, que sonreía divertido parado junto al marco de la puerta ¿desde cuándo estaba ahí? Obviamente lo había escuchado todo. Flug estaba tan avergonzado que quería que se lo tragara la tierra. No sabía que decir, estaba todo sonrojado y no atinó más que a hacerse bolita en el suelo de su habitación

—Tu también me gustas ¿ya? ¿qué tan obvio debo ser para que lo entiendas? Idiota—

#BlackFlugWeekWhere stories live. Discover now