CAPÍTULO I

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Después de haber tomado más de 20 fotos de aquel amanecer, la fotógrafa había caído rendida en aquel sofá que dos semanas atrás se había convertido en su cama, ya avanzadas las horas, las personas comenzaron a salir a las calles y con ellas comenzó aquel ruido característico de aquella ciudad que era su hogar, y mientras ella dormía, en aquella selva pavimentada se encontraba una joven con gafas, una chaqueta dos tallas más grandes que la suya, unos converse negros desgastados y un beanie de color blanco cubriendo su cabello castaño.

La joven se dirigía a "The lighthouse Studio", el lugar más pacífico, reconfortante y su segundo hogar.

Mientras iba caminando por la vereda se dio cuenta que iba con las manos vacías, y es que la realidad era que se había olvidado de comprar el desayuno para ella y su maestra; observando que en la siguiente esquina en frente de ella se encontraba un Starbucks decidió entrar, el ambiente ahínco era tan agradable que le pediría a su maestra hacer una pequeña sesión en aquel lugar. Miró el lugar donde se encontraban los sándwiches y tomó uno de pavo mientras que con su otra mano tomaba un Panini Español, al llegar a caja entregó los productos pidió dos frapupuccinos, uno de Mocha Coconut y otro de Cajeta.

Muchos tal vez lo verían raro con lo que había pedido con anterioridad, pero aún así, no sabía de qué manera ella y su maestra habían descubierto que sabía delicioso aquellas bebidas con sus respectivas comidas..

Después de pagar respiro aquel aire fresco de la ciudad por la mañana se encaminó al estudio.

Mientras iba caminando por la calle recordaba los comentarios de su padre sobre aquel lugar:

"Pasas demasiado tiempo en ese lugar, ¿podrías solo un momento o un día quedarte aquí en casa? Soy tu padre y también necesito de atención."

La joven comenzó a negar con al cabeza mientras una sonrisa burlona se formaba en su rostro, pero en verdad no podía culpar a su padre, el tenía toda la razón. Desde que había decidido estudiar fotografía simplemente había dejado todo de lado y había convertido aquel anhelo o sueño en su número uno de la lista, su primera cámara se la había regalado su padre y con ella había logrado llamar la atención de aquella joven; todavía recordaba aquel día como si hubiese ocurrido el día anterior. Gracias a su inexperiencia y a la reducida paciencia que tenía su maestra es que ahora podía darle aquel título, desde aquel día simplemente se quedaba desde primera hora de la mañana hasta pasando las doce de la noche.

Al principio de su relación eso había sido un problema, y más al ser bien sabido que a su maestra le gustaban las mujeres al igual que ella. Todo aquello terminó el día en que su novia se encontró con la "pareja" en turno de su mentora.

Sin darse cuenta, alzó la vista y observó el cartel que había en la entrada, "The lighthouse Studio", al hacerlo inmediatamente se fijó en el cielo, las nubes estaban completamente despejadas y sobre todo el día era hermoso, seguramente su maestra se había quedado retratándolo en ese par de horas.

Sacó las llaves de uno de sus bolsillos y después de abrir la puerta y guardarlas decidió entrar, rápidamente el frío de aquella ciudad fue reemplazado por la calidez que había ahí; tras cerrar la puerta, subió las escaleras de caracol y observo aquel lugar, sorpresivamente se encontraba totalmente ordenado, ¿qué le había pasado a su maestra? ¿La habían cambiado? Tal vez se habían metido a robar. Si, esa era la explicación más lógica, o al menos para la chica lo fue.

Dejo las llaves en un recipiente de cristal que se encontraba sobre una mesa y sobre la misma dejo la bolsa de Starbucks, mientras se iba quitando la chaqueta comenzó a caminar por el lugar buscando con al mirada a su maestra, buscó en la alfombra pero no se encontraba ahí.

Se termino de quitar la chaqueta y mientras la colgaba pensó qué tal vez su maestra se encontraba en el nivel superior, rápidamente subió por otras escaleras, esta vez tenían forma de "L" y al llegar al final de estas notabas completamente como el ambiente cambiaba, las paredes eran completamente blancas y el piso era de madera, todos los muebles eran del mismo color y lo único distinto era una hamaca que había colgando en una esquina cerca del ventanal.

Mientras se fue acercando al sofá que daba justo al frente de aquellos cristales que formaban la pared exterior, se encontró con un bulto recostado.

Rápidamente comenzó a negar con la cabeza mientras suspiraba.

-¿Volviste a dormir aquí?

La única respuesta que consiguió fue un gruñido por parte de su mentora.

-Debes despertar, tienes que arreglar la próxima exposición que es dentro de dos semanas.

-5 minutos, lo juro.

-Esos 5 minutos se van a convertir en 3 horas, nadie te mando a tomar fotos del amanecer.

-Tenía que hacerlo, hoy era perfecto... ¿Sabías que hoy estaba tan despejado que el sol se veía claramente? Ahora sí se veía como en aquellos documentales de África o como el inicio de "El Rey León", era como una bola de fuego.

-Por lo que escuchó fue impresionante, pero ¿quieres saber que es más impresionante?

-¿Qué?

-Tu capacidad de contestarme dormida y de dormir en el sofá durante los últimos días.

-Se más respetuosa. Guarda silencio.

-Vale, lo haré, pero entonces tampoco te podría decir que los de paquetería trajeron la cámara que pediste, ¿no te importará que tome la primera foto, cierto?

Y cómo por arte de magia su maestra y gran amiga despertó, obviamente cayendo primero del sillón, pero ya recuperada y acomodándose el cabello, se colocó de rodillas sobre el sillón mirando a su pupila.

-¿Era mentira, cierto?

-Tenía que levantarte, y cuando estás en este tipo de días no me pones fácil esa tarea. Si sigues durmiendo aquí tu departamento se llenará de telarañas.

-No dudes que lo esté.

-¿Y qué me dice la señorita Jáuregui? ¿Esta lista para hacer la selección?

-No se haga la listilla señorita Iglesias, podría quedarse sin profesora.

-Me quedaría sin la "Mujer del año" según el Times.

-Estúpidos títulos.

-Pero eso te dan fama y te abren puertas para hacer exposiciones en los mejores lugares.

-No te voy a negar que eso sea cierto, pero aún así, de alguien como yo, que ha iniciado de cero y que ha crecido tanto en un par de años. —Jauregui dio un suspiro y después de caer nuevamente al sofá se cubrió el rostro—. Mi abuela se puso eufórica cuando le conté sobre la exposición, simplemente me felicito y me dijo que estaba orgullosa de mi. No sabes lo que eso significó. Fue maravilloso.

-Amo a tu abuela, quiero que sea la mía.

-Es mía.

-¿No la compartes?

Fue en ese momento  que la gran Lauren Jauregui comenzó a negar mientras una sonrisa sincera se iba formando en su rostro.

-Noup, es mía, solo mía.

El Faro (Camren)Where stories live. Discover now