El castaño se limpió el sudor una vez más con el dorso de la mano y volvió a ponerse en la posición. Estaba agotado, el ensayo no había resultado nada productivo para él y llevaba más de media hora con el mismo movimiento:
- Yo sé que puedes, TaeTae –le animó Jimin-. Solo tienes que ejercer el impulso con la cintura una vez que estés en el suelo y podrás levantarte sin problemas.
- No me saldrá –suspiró -. No puedo... -murmuró.
- Claro que sí, puedes hacerlo Tae. Confío en ti.
- Pues yo no –se pasó la mano por el rostro.
- Bueno, conmigo es suficiente –sonrió-. Venga, hazlo de nuevo.
Pero el resultado fue el mismo. Taehyung cayó de espaldas contra el suelo y soltó un quejido agudo de dolor:
- ¡Taehyung! ¿Estás bien? –se preocupó el pelinegro, acercándose a su amigo.
- S-í –pronunció.
No obstante, Jimin había visto sus bonitos ojos cristalizarse y, cuando se mordió el labio con rabia para acto seguido levantarse, se percató de los pensamientos que pasaban por su cabeza.
El castaño miró al suelo y salió de allí lo más rápido que pudo:
- ¡Taehyung! ¡Espera! –lo llamó.
Se sentía impotente, inútil y una mierda. Todos habían acabado de ensayar y Jimin se había ofrecido a quedarse con él más tiempo para que practicase, pero aquello no avanzaba y no quería que su amigo perdiese más tiempo con él cuando podía estar descansando.
Se metió en el baño y, tras cerrar la puerta, se dejó caer al suelo apoyando su espalda contra la pared. Tensó la mandíbula y apretó los puños al sentir cada una de las lágrimas surcar sus mejillas.
Cerró los ojos frustrado consigo mismo, pero, de repente, sintió una suave caricia en su mano. Miró asustado y se encontró con el rostro preocupado de Jimin:
- Te conozco demasiado como no saber encontrarte –le dedicó una mirada sincera. Sabía por lo que estaba pasando su amigo.
- Vete a descansar, Jimin –miró hacia otro lado. No quería que siguiera malgastando el tiempo.
- Eso no es importante.
- Claro que es importante, necesitas descansar –dijo molesto.
- Tú también.
- Yo estoy perfectamente.
- Entonces yo también –sonrió mientras ladeaba la cabeza.
- Vete a descansar.
- Tae, sé que lo conseguirás hacer, solo tienes qu...
- No, no lo conseguiré nunca. Soy un inútil que no sabe hacer nada, ese es mi problema.
- Taehyung, no vuelvas a decir eso –su semblante se tornó serio-. No eres un inútil, no te menosprecies de esa forma.
- Es la verdad, Jimin. Yo n...
Las palabras de Taehyung fueron acalladas por la boca del contrario, quien lo había sujetado de la nuca y había posado sus labios sobre los del castaño. El menor se sonrojó ante el acto de su mejor amigo y lo vio atónito cuando se separaron.
El pelinegro lucía una sonrisa complacida en su rostro. No iba a permitir que una persona tan maravillosa como él hablara de esa forma de sí mismo. No justo la persona que más amaba:
- Te saldrá, lo harás bien y te sentirás orgulloso, pero para eso hay que practicar, así que vamos –se levantó ofreciéndole la mano.
El castaño sonrió, habiendo asimilado la situación anterior y aceptó gustoso su ayuda:
- Pero antes... -objetó para tirar del brazo del pelinegro, quien se disponía a salir de allí.
- ¿Qué pasa? –cuestionó curioso.
- Hazlo de nuevo –lo miró.
Jimin sonrió y se acercó a su rostro. Le acarició la mejilla con sumo cariño y volvió a probar los labios que tanto había deseado.