Cuatro días. Ya habían pasado cuatro días desde entonces y aún seguía sin tener noticias de su pareja. El resto de los lobos habían ido llegando poco a poco, muchos heridos y otros no tanto, pero habían llegado. Menos Taehyung.
Jimin veía desde la ventana de la habitación que se les había asignado como las familias salían a recibir a cada miembro con gran alegría y alivio, además de lágrimas. Pero cada uno de ellos decía lo mismo, que habían obedecido las órdenes del alfa de retirarse y, por lo tanto, no sabían nada de él.
Todos los lobos habían sobrevivido y contaban con angustia algunos de los enfrentamientos. Jimin solo podía horrorizarse ante las imágenes que se le venían a la mente. Había perdido la cuenta de cuantas horas había pasado ya llorando y deseando con todas sus ganas que su pareja viniese, que estuviera viva, que no le hubiera pasado nada.
Pero el corazón le dolía cada vez más por la ausencia de su alfa, la falta de noticias. Quería creer en las promesas de Taehyung porque nunca le había fallado. No obstante, sabía que esta vez no dependía solo de él. Al menos agradecía que sus hijos estuviesen un poco distraídos con los otros cachorros de la manada que iban a clase con ellos.
Las ganas de comer también lo habían abandonado desde la despedida, así como sus fuerzas. Suspiró de nuevo bajo los ojos de la luna y se limpió las lágrimas. Sus hijos ya se encontraban durmiendo profundamente, pero el rubio seguía en vilo. Las ojeras que adornaban sus ojos se acrecentaban más a cada minuto, o eso le parecía a él.
Hoy la noche volvía a ser fría, pero sabía que lo era porque le faltaba su otra mitad:
- Taehyung... -susurró al acurrucarse sobre la cama vacía y desolada.
Sabía que no iba a dormir, pero al menos quería intentar cerrar los ojos unos minutos. Sin embargo, un aullido a lo lejos lo exaltó. Su corazón palpitó con fuerza y se levantó rápidamente de la cama. Miró por la ventana de nuevo, pero parecía que nadie más se había dado cuenta. Lo había oído de verdad, ¿no? ¿O era producto de su profundo anhelo?
Al reinar el silencio durante los siguientes minutos, Jimin volvió desilusionado a la cama y se sentó. Probablemente se lo había imaginado, y habría creído eso si no fuera porque volvió a escuchar a un lobo aullar. Se puso de pie y salió corriendo de una de las grandes casas que servían de protección para la manada. Era Taehyung. Reconocería el aullido de su lobo en cualquier punto inexistente del planeta. Era su alfa y su corazón también se lo decía:
- ¿Jimin? –preguntó Hoseok al ver al omega del alfa salir tan tarde-. ¿A dónde vas? Es peligroso que estés fuera.
- Es Taehyung –murmuró más para sí mismo que para el contrario.
Empezó a correr con todas sus fuerzas mientras se quitaba la ropa y se la ponía en la boca. El rubio llamó a su lobo y, en cuestión de segundos, el veloz animal se abría paso por el bosque con las prendas en el hocico.
Empezó a olfatear el aire para buscar algún rastro, pero la humedad del bosque dificultaba la tarea. No obstante, logró captar un fuerte olor a sangre. Arrugó el hocico y aulló de dolor. No podía ser.
Sus patas comenzaron a moverse con mayor rapidez, siguiendo el rastro que había olido hasta que llegó a un gran árbol. Cambió con rapidez, poniéndose la ropa y se acercó al cuerpo que se encontraba boca abajo. Se arrodilló con rapidez al reconocer el olor de Taehyung y trató de parar de llorar para poder revisarlo. La espalda se encontraba llena de sangre, por lo que Jimin intentó darle la vuelta con cuidado. Su cuerpo comenzó a temblar cuando vio los balazos que había recibido Taehyung en el pecho:
- N-o... -sollozó pasando su mano por el rostro de su alfa-. Cariño, no... -se mordió el labio con fuerza y cerró los ojos.
- Ji-min... -los volvió abrir de inmediato al oír la voz del contrario para encontrarse con una pequeña sonrisa y una mirada cargada de amor. Sabía que su omega lo reconocería y vendría a su encuentro.