Capítulo tres

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Apenas la reunión se había disipado, el escuadrón de Inteligencia tuvo que reunirse para iniciar con el hackeo del sistema gubernamental.

William había informado que se estaban esforzando y, después de siete horas de arduo trabajo, ya habían traspasado una de las claves.

Estaban descubriendo la segunda hasta que Abril entró en la habitación, y le pidió a William que le dijera cómo estaban las cosas.

     - Bueno, está un poco complicado. El sistema se compone de tres bases informáticas, las cuales a la vez están conformadas de ocho a veinte rémoras que contienen una clave de software, las cuales…

     - En español, Will.

     - Claro. Eh… ya sé. Has de cuenta como si el sistema fuera una urbanización, en esta urbanización hay tres casas, y estas casas tienen de ocho a veinte habitaciones, que se encuentran una dentro de otra, igual que esas muñequitas raras que…

     - Ya capté.

     - Bien, cada puerta de cada habitación tiene una llave diferente, y al final cuando abres la última puerta, te encuentras con la llave que te ayudará a salir de la casa, pero que hace que entres en una nueva. Comenzando el proceso nuevamente.

     - Es decir, seguir abriendo más puertas.

     - Hasta salir de la última casa, ahí es cuando las llaves de las diferentes casas te dejarán fuera de la urbanización y con el juego completo de llaves de esta.

     - ¿Cuánto les demorará conseguir las llaves de cada casa?

     - Por lo menos una semana por cada una. Y eso sin descanso.

     - ¿Y descansando? Esto no es un campo de concentración para que trabajen día y noche.

William lo consideró unos segundos, pero Daniel salió de la sala e interrumpió sus pensamientos.

     - Lo mismo, vamos a hacer turnos de trabajo.

     - Bien, Dani. Y, ¿cómo va?

     - Pues hasta ahora, estamos a la mitad de la contraseña de los dos onceavos de la primera rémora…

     - Me gustaba más la otra explicación que en vez de fracciones ponía casitas.

William rió, y puso una de sus manos en el hombro de Daniel, quien había fruncido el entrecejo sin entender por qué Abril había metido viviendas en sistemas.

     - Lo que Daniel quiere decir es que están… construyendo la llave para abrir la segunda de once habitaciones de la primera casa; la llave está a apenas a la mitad.

     - Ah… me siento tonta en su nerda presencia – Abril les sonrió – es una suerte que estén conmigo.

     - ¿Tengo otro remedio? – preguntó Daniel.

     - Mmm… no, creo que no. No les quito más tiempo, sigan en haciendo su trabajo.

Daniel y William entraron nuevamente en la habitación de hackeos.

La sala de hackeos era una habitación espaciosa y poco iluminada, contenía por lo menos unas cincuenta computadoras de las cuales solo veinticinco eran utilizadas. Cada uno de los chicos y chicas movían sus dedos compulsivamente haciendo que Abril recuerde la tarde en la que conoció a William.

De pronto una joven, de aparentemente unos trece años, dejó de escribir, aplastó un botón que estaba situado a su lado y este hizo que un foco anaranjado, que estaba encima de su cabeza, se encendiera.

En busca del VientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora