t h r e e

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Shanks comenzó a aumentar sus visitas al bar, ahora lo veía tres o cuatro veces por semana y de vez en cuando visitaba el restaurante; prefiero sus visitas nocturnas al bar, ya que las veces que ha ido al restaurante, siempre es acompañado por alguien más. Parecen reuniones importantes, por lo que no puedo permitir distracciones a la hora de acercarme para ofrecer mi servicio.

En cambio, las visitas al bar son relajadas, en un ambiente neutral donde nada se interpone para poder entablar una conversación lo suficientemente tranquila. Además, me encanta como luce bajo las tenues luces led del bar, como me habla en voz baja y demasiado cerca por el exceso de ruido. La piel se me eriza con solo recordar su caliente aliento que sobre mi oreja.

Cierro los ojos por un segundo, la música en el bar está significativamente alta hoy; así como hay demasiada gente. No es sorpresa, un viernes por la noche, fin de mes. Mucha gente con ganas de gastar sus recientes pagos. Es un buen día, la propina se vuelve realmente increíble esta clase de días. Aunque son días de alta demanda y de sumo cuidado.

Debo cuidarme de los que piensan que pueden pasarse de listo, como aquellos que intentan llevar trago gratis, de esos que creen que son más inteligentes que cualquier otro y de los molestos borrachos que se piensan que con palabras bonitas y tragos coquetos lograran convencerlo de algo. No presumo de lo insistentes que se vuelven algunos clientes conmigo, porque también suelen hacerlo con otros clientes y con algunas meseras, son molesto y muchas veces me provocan una gran incomodidad. Nunca falta el que quiere pasarse de listo que acosa desesperadamente a alguien en específico.

Alguien me llamó por mi nombre, volteé en dirección a la voz, encontrándome con un cliente frecuente, no sé su nombre, honestamente no recuerdo si me lo ha dicho anteriormente, pero soy capaz de reconocer su rostro.

Hago mi mayor esfuerzo para que mi voz suene amable y que mi mirada se vuelva risueña; he identificado luego de un par de visitas que es lo que algunos clientes desean mirar, y un poco de atención distinta a la que usualmente doy son lo suficiente para elevar el ego —y el consumo— de ciertas personas.

—¿Desea ordenar alguna cosa?

Recibir una sonrisa coqueta y un suspiro cargado de fascinación se vuelven una excelente respuesta en noches como esta.

☪️

Pasaban de las 03:00 cuando salí del trabajo, me había visto obligado a quedarme por un poco más de tiempo; me tomé la molestia de enviarle un mensaje a Saga, quería saber si podría pasar por mí o tendría que llamar a un servicio de taxi. A pesar de la hora, Saga siempre respondía con pocos minutos de diferencia, dándome una respuesta negativa, para mi infortunio.

Ya qué.

Marqué al numero que tengo guardado, era un taxista de confianza. Acababa de salir del bar por la entrada de carga y descarga, que era un callejón lo suficientemente grande para que entrara una camioneta de carga pequeña. Estaba desolado, algunas veces me encontraba con clientes o compañeros, otras veces no hay ni un alma por ahí.

Caminé con el celular contra la oreja hasta la salida del callejón, escuchando la música de la línea telefónica en espera a que mi llamada fuera respondida. Justo cuando iba a poner un pie en la calle principal, un grupo de hombres obstruyeron mi camino.

Obligado da un paso hacia atrás, levanté la mirada para observar sus rostros. Los he visto esta noche en el bar, uno de ellos me ha coqueteado e insistido en invitarme un trago esa noche.

Fruncí el ceño.

—¿Vas de salida? —no respondí a su pregunta, me mantenía en silencio, escuchando la música de espera. Le sostenía la mirada al más próximo a mí.

Say Daddy ☪ One Piece [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora