No esperaba ser llamado por Shanks antes de que se marchara del restaurante.
Le había pedido el favor a una compañera que se encargara de atender a Makino y Shanks, porque yo simplemente no sabía cómo comportarme exactamente alrededor suyo. Seguía un poco conmocionado por la situación que se dio antes, además de un poco —muy— avergonzado; quedar como damisela en apuros no es propio de mí, pero las circunstancias en las que estoy en el restaurante no son las mejores, por lo que haber golpeado al maldito acosador me hubiera costado mi despido.
Y, debido a que algunos otros meseros presenciaron esa bochornosa situación, el chisme se corrió en un dos por tres entre los trabajadores de servicios, como en los encargados de la cocina. ¡Bola de chismoso! Les encanta meterse en asuntos ajenos. Así que, en el momento que una compañera me comentó que tal parecía que el atractivo pelirrojo me estaba buscando, algunos cocineros y otros meseros me dedicaron miradas curiosas y sonrisas coquetas.
Ignoré uno que otro comentario incomodo, mientras acomodo mi uniforme y salgo en dirección a la mesa.
Ni siquiera me enteré en qué momento Makino se había marchado. ¿Ha estado comiendo solo todo este tiempo? Fruncí el ceño, quizás siendo demasiado obvio, ya que lo primero que recibí al estar frente a la mesa, fue una sonrisa juguetona. Aún estaba sentado, terminando una copa de vino tinto.
—¿Quería verme? —alcancé a decir con voz suficientemente fuerte.
Recibí una sonrisa como respuesta.
—Estás de suerte —habló, sacando la cartera de su bolsillo trasero—. Hoy tendrás doble propina.
Me extendió un par de billetes, acompañados de una tarjeta que únicamente tenía grabado un número telefónico, los números brillaban en color dorado. Del lado contrario están grabadas las iniciales de su nombre. Y mientras observaba los números, él se puso de pie con lentitud.
—Si tienes algún problema, llámame.
—No quiero ser una molestia.
Shanks tendió su mano hacia mí, la observé con ligera duda mas decido tomar el saludo. Repite las caricias de antes sobre mis nudillos, para después aproximar su rostro a mi mano, depositando un suave beso sobre el comienzo de mis dedos.
—Te aseguro que no serás una molestia, nunca —tras eso, suelta mi mano—. Ha sido un placer verte del otro lado de la barra —eso fue todo, se dio media vuelta y se marchó del lugar.
Observó el dinero que me ha dado de propina y luego la tarjeta con su número grabado.
Sonreí. Guardé el dinero en mi bolsillo delantero y la tarjeta en el bolsillo que tiene mi camisa.
Que hombre, Dios mío.
☪
Saga me llamó un poco antes de mi hora de salida, al parecer se desocupó antes y podría pasar por mí. Aproveché la ocasión y le llevé un poco de comida del restaurante; tengo una buena relación con uno de los cocineros principal, quien de vez en cuando me da uno que otro platillo. Claro, que eso es a escondidas de los demás, no está permitido hacer aquello.
Una vez en el departamento, acompañé a Saga en la mesa, mientras él devoraba la comida aprovechando que aún se mantiene tibia. Lo escuché quejarse de cosas que no comprendí en su totalidad.
Conozco a Saga desde hace unos años, pero en realidad no estoy seguro del tipo de trabajos que hace. Sí, trabajos. Estoy seguro de que, de vez en cuando, trabaja en un taller mecánico, lo he visto llegar con manchas de aceite en el ropa y dedos, pero soy consciente que un mecánico no trabaja toda la madrugada o desaparece por una semana.
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Say Daddy ☪ One Piece [En edición]
Fanfic[𝐀𝐔] Quizás Zoro debió pensarlo dos veces antes de entregarse con tanta pasión a un desconocido; las probabilidades de que algo salga mal son infinitas, pero él no pensó en ello. Y sobretodo, debió saber que meterse con alguien tan misterioso lo...