Al entrar a la cabaña, Liam fue recibido por unos fuertes ladridos de un pastor alemán. El perro le mostró los dientes, gruñendo. Liam le gruñó en forma de respuesta.
- ¡Layo!- le reprochó su dueña.- lo lamento, no tenemos muchas visitas y Layo suele ser un poco antisocial con las personas.- le dijo a Liam.
- No pasa nada.- mirando a su alrededor, se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero.- ¿Dónde puedo ocupar el teléfono?
- Está en la cocina, al lado de la heladera.- dijo dirigiéndose a la dirección en que oía su voz.
- Vale.
Liam caminó hacia la cocina y cogió el teléfono. Marcó el número de Kyle, casi enseguida él le contestó.
- Kyle, soy Liam.
- Joder, Liam. ¿Dónde estás?- dijo enfadado.
- Por eso mismo te estoy llamando.- gruñó.- mi vehiculo de nieve se averió. Necesito que vengan a recogerme.
Kyle soltó una maldición.
- Lamento decirte que, no podremos recogerte. Se acerca una fuerte ventisca, y es muy peligroso salir. Continuaremos la búsqueda sin ti, ¿Dónde estas?
Liam apretó los puños. Se paso una mano por el pelo, despeinándolo, tratando de controlarse.
- Estoy en una cabaña.
- Bueno, será mejor que te quedes ahí hasta que el tiempo vuelva a mejorar. No se te ocurra...
Liam colgó antes de que pudiera terminar de hablar. Miró a la mujer desconocida, quien se encontraba en la sala principal echando un tronco al fuego. Le sorprendió al ver la facilidad con que lo hacia, se le veía segura, totalmente independiente, y aunque tuviera la discapacidad de no ver, parecía saber lo que hacia. Carlos sintió un gran respeto hacia ella. Era lista y rápida. Eso le gustaba.
Antes de que pudiera pensar en que era lo que hacia, se encontró a si mismo caminando hacia la sala principal. Ella levantó la cabeza.
- ¿Liam?
él cerró y abrió los ojos lentamente saboreando la sensual melodía de su voz al pronunciar su nombre. Nunca antes se había puesto a pensar en lo hermoso que su nombre podía sonar mediante los labios de una mujer.
- Aquí estoy.
- ¿Pudiste comunicarte?
- Si, pero dijeron que no iban a recogerme. Lamento si la molesto, señorita, pero creo que estoy atrapado aquí.
Ella retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás. Fue entonces cuando Liam se dio cuenta que se había expresado con un gruñido.
- No tienes por qué lamentarlo. Me agrada tener a alguien con quien charlar. La mayoría del tiempo estoy aquí sola, aunque de vez en cuando me visitan mis hermanos, que de echo son muy sobre protectores conmigo. Los amo, pero no me dejan hacer nada, desde pequeña siempre me han tratado así.- frunciendo el labio, ella se retractó.- ahora que lo pienso mejor, amo la soledad. Si, cualquier cosa seria mejor que soportarlos a ellos.
Liam frunció el ceño al escucharla hablar. Sintió una pequeña punzada de diversión, y contra su voluntad, se encontraba sonriéndole.
- ¿Cómo te llamas?- las palabras salieron de él antes de que pudiera evitarlo.
- _____ Clarkson.
Ella caminó hacia el. Aléjate. No lo hizo. _____ tanteó su brazo hasta encontrar su mano y tomarla. Liam cerró su mano con la de él. Liam la sintió pequeña, frágil y delicada debajo de su mano. Un movimiento y fácilmente podría quebrársela. Pero extrañamente, tuvo la sensación de querer protegerla, cuidarla. Maldijo ante ese pensamiento. Bajó la mirada hasta la altura de sus pechos, tenían el tamaño perfecto para llenar sus manos. Redondos. ¿Qué tenía ella que la hacia desear de una manera inhumana? Sintió una punzada de excitación en su pene, haciéndole doler de la cruel necesidad.
_____ le regaló una sonrisa amistosa que sacudió su erección.
- Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. Eres bienvenido aquí.