Odalisca

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El muchacho admiraba aquella zona en su closet donde guardaba los trajes con los que satisfacía los pervertidos fetiches de su novio, quien siempre se preocupaba de innovar y mimar a su gatito cada vez que traía uno nuevo a la casa. Aunque Yuri le reclamaba por las atrevidas prendas, terminaba usándolas para complacerlo, al fin y al cabo al rubio también le gustaba jugar y provocar al mayor, obligándole a sentarse y observar mientras él mismo se paseaba y tocaba frente a él. Amaba ver las expresiones en el rostro de Viktor, como se desfiguraba por el simple placer de verlo frente a él, se mordía el labio en un intento por controlar su depredador interno y su mano se escabullía dentro de su pantalón para calmar la ansiedad por tomar a ese atrevido chico que descaradamente se tocaba con una ladina sonrisa en los labios. Pero la paciencia no es precisamente una de las virtudes de Viktor, terminando por interrumpir al joven ruso hasta llevárselo a cualquier lugar de la casa para hacerle el amor hasta el cansancio.

El último traje que había usado fue uno de Alicia en el País de las maravillas, una vestimenta de lo más adorable que Viktor pareció disfrutar mucho, ya que el contraste entre esa dulce apariencia y la actitud ácida tan característica del muchacho fue lo que le dio el toque para lograr excitar al mayor a niveles infernales, tomando al rubio de forma tan agresiva que a la mañana siguiente tuvo que pedirle disculpas por las marcas que le había dejado por todo el cuerpo, y por supuesto por el terrible dolor en las caderas que dejó al más joven en cama y de pésimo humor.

Viktor podía ser una verdadera bestia en la cama cuando se le provocaba, las consecuencias eran fatales pero vaya que valía la pena. Si alguien sabía de sexo y cómo satisfacer a su pareja, ese era Viktor Nikiforov, y Yuri se sentía la persona más afortunada del mundo por tenerlo sólo para él.

– Yuri – Lo llamó el albino entrando a la habitación con una enorme sonrisa infantil mientras alzaba un paquete en el aire – ¡Llegó!, por fin llegó. –

– ¿Qué llegó? – Cerró el closet y fue a unirse con su pareja. –

– El traje que encargué hace un tiempo, demoró bastante pero por fin está aquí – Seguía celebrando enseñándole el paquete. –

– Querrás decir, MI traje – Lo corrigió quitándole el paquete de las manos, caminando hacia la cama para sentarse y comenzar a abrirlo. –

Viktor sólo rió y se sentó a su lado, impaciente por ver la reacción del rubio una vez descubriera el contenido del paquete. Siempre compraba los trajes sin decirle a Yuri, así sorprenderlo y ver sus reacciones que eran lo que más le fascinaban.

– Te lo advierto, no quiero nada de orejas de gato ni de conejito, ahí están guardadas las otras y no las pienso volver a usar – Lo miró de reojo abriendo el paquete por fin, metiendo la mano para sacar la primera prenda – ... ¿Un pañuelo de seda? – Lo levantó para admirarlo mejor. –

– Es un velo – Lo corrigió – Para el rostro. –

Yuri arqueó una ceja mientras sacaba más velos bastante finos y transparentes de un lindo color purpura. Los dejó sobre la cama para continuar sacando de la caja cuatro pulseras de género unidas de extremo a extremo por un velo, adornada con pedrería dorada. Miró a Viktor sin poder adivinar aún de que se trataba, y el otro con una sonrisa le animó a que siguiera descubriendo el contenido. Las últimas prendas eran una calza corta muy ajustada y un pantalón del mismo material transparente. Tomó esta prenda con cuidado sintiendo que si hacía un movimiento muy brusco la rajaría.

– Esto... – Unió todas las piezas sobre la cama y las observó detalladamente – ¿un traje de Odalisca? – Adivinó mirándolo con sus enormes y expresivos ojos. –

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