Detectivesca investigación de detectives que investigan.

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El antiguamente cielo azul se había tornado de un color grisáceo para crear un aire deprimente y cliché, las pequeñas gotas de llovizna golpeaban contra sus deprimentes rostros como las balas en vietnam que atravezaban a los hombres luchadores, el frío viento despeinaba sus cabellos haciéndolas ver como Moria Casan y chocaba contra sus cuerpos de tal manera que Martina casi recibe el papel de dorita en el mago de OZ al ser llevada unas cuadras por la ventisca. Las lágrimas ardían en sus regordetas mejillas de Quico, haciéndolas chillar en silencio por el sabor a tragar tres litros de agua de mar al sentir su lengua rozar sus propias lágrimas.
Caminaban a pasos lentos, tanto que Manuelita pudo llegar a París en todo lo que ellas tardaron en llegar junto al cura que las esperaba hace hora y media.

—¿Ya llegaron? —Preguntó el pobre cura, irónicamente.

—No, estamos pintadas. —Respondió Lilu, girando los ojos 360° sobre el nivel del mar(?). 

—Las quemaría si no fuese porque ya no se permite la quemada de brujas.

—Callate y hace tu trabajo, viejo. —Belén puteó, sí, habían llevado a la chorra vagabunda al funeral.

—¿Saben qué? Vayanse a cagar con Satanás, impuras del orto.

El curita se fué a la mierda, llegando a la salida en cinco minutos, bastante diferente a lo que tardaron las brujitas.

—Bueno che, como el cura se fué, creo que la mejor para este trabajo soy yo. —Habló Luli, posicionándose en el lugar donde había estado aquél hombre.

Se armó alto quilombo, algunas se cagaban de risa y otras puteaban al viento. En una casi se agarran de las mechas, pero Belén tenía fierros guardados -y sí, la chorra-. Terminaron volviendo a las respectivas casas porque ni ganas tenían de seguir con esa idiotez.
Cuando llegaron, Belén fué la única que se quedó afuera, haciéndose el dramita. Lilu la miró desde la ventana: estaba tan sola y sucia, totalmente empapada, mirando hacia la misma nada.

¿No tiene dónde dormir? Se preguntó Lilu, sumiéndose en el drama de Belén.

La vió temblar y sollozar, gemir del frío, aunque aquél gemido había sonado como la orgía que hizo el sábado. Estaba debastada, solitaria, perdida, todo a su alrededor se derrumbaba -como el árbol que casi le cae encima, por ejemplo-.

Lilu no aguantó más y salió con un paraguas, tapándola a ella con este para que el agua dejase de mojarla más de lo que ya estaba -cliché-, quien la miró fijamente a los ojos, aquellos hermosos y grandes orbes que...

Entonces entraron y follaron <3.

[...]

Ya pasaron dos días desde "el entierro", todas dejaron el tema a un lado, pero una de ellas quiso ir al cementerio e investigar el caso con mayor profundidad como toda buena pelotuda que está al pedo. Supongamos que no es necesario decir quién era, pero como todos los que leen esto no saben una verga de nada, se dirá que fué Luli.

Se hallaba vestida de Sherlock Holmes, con una lupa en mano mientras intentaba "quemar hormigas como hacían en la televisión", aunque si estaba lloviendo no funcionaba como había planeado -pobre ingenua-.
Seguía caminando, convencida de que podría -por lo menos- incendiar todo el cementerio y sus árboles. En una de esas, chocó contra una lápida y, cuando leyó el nombre escrito en kétchup, se sorprendió al notar que pertenecía a Manuel.

—¡LULI! 😱😂😂

—¡MANUEL!

To Be Continued...

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