III: Un gusto.

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Era cierto que siempre me daba pena entrar todos los días a la casa mas deprimente del vecindario, al igual que también era cierto que prefería perderme en cualquier otro lado que entrar en esa casa, no lo soportaba.

<<Calle Miggins, esquina con Zeus>>, la casa siempre se reconocía por lo triste y gris que se veía desde afuera cuando ni siquiera se notaba una simple prueba de vida vegetal en su jardín y tampoco una pequeña parte de la casa que hubiera tenido mantenimiento de pintura ni nada por el estilo, y tristemente, esa casa era donde yo vivía. Hasta las demás casas de alrededor se veían mucho mas coloridas a comparación.

Recuerdo que había historias que los niños vecinos contaban acerca de mi casa; la más popular era que mi madre era una bruja y encantó a mi papá para hacerle un hijo -Yo-. Pero había una más ingeniosa, que en lo personal a mi me encantaba: la historia decía que dentro de mi casa existía un sótano que llevaba al más allá, y que las almas de los niños se iban allí para poder descansar, por eso la casa era tan deprimente, por que dentro moraba el descanso de esos niños inocentes. Ninguna era cierta.

Mi madre era una mujer ocupada por su trabajo, sin embargo, eso nunca la alejó de mi, ya que siempre intentaba tener tiempos de calidad conmigo, y eso lo apreciaba; ella era responsable, pero muy cariñosa. Mi padre era lo contrario, un hombre muy desocupado, nunca mostraba un solo sentir hacia nosotros, parecía que no nos quería ni a mi madre ni a mi. Sus nombres eran Omar y Rocelyne.

"¿Cómo te fue en tu primer día, mi niño?" preguntó mi madre mientras escribía en su laptop.

"Bien mamá, gracias. ¿Hay algo para comer?".

"Sí" afirmó señalando a la estufa. "Hice huevo ahogado y arroz, calienta unas tortillas y comes".

"Vale mamá, muchas gracias" le di un beso en la frente y me dirigí a comer algo. Pasé por la sala donde se encontraba mi padre viendo un partido "Hola papá".

"Hola".

Me calenté la comida, me subí a mi cuarto luego de haber despedido a mi mamá y comencé a comer mientras veía vídeos de Dross.

No dejaba de pensar en la belleza de Katherine.

Traté de buscar un libro que me despejara de todos mis pensamientos, encontré uno que quería releer desde hacía tiempo, y lo comencé. Luego dormí un poco... No dejaba de pensar en la belleza de Katherine...

Mi mente al fin se despejó al comenzar a soñar. Era una mañana soleada, estaba solo, acompañado dr pasto verde y largo de una pradera llena de flores moradas y blancas alrededor, y al fondo un río en donde sobresalía al medio una isla pequeña donde solo cabía un gran árbol de roble, se veía hermoso rodeado de la luz blanca que reflectaban las nubes. Estaba construyendo una bicicleta.

Al despertar me di cuenta que no dormí solo un ratito, sino toda la noche. Eran las 4:27 de la mañana, aún faltaba bastante para entrar, y nuevamente me preparé, compré un café y volví a subir esa colina media hora antes.

Sin embargo esta vez no vi a Axel, vi a Katherine sentada en una escalera, como esperando algo. <<Podrías hablarle ahora>>.

"Hola, eres la chica nueva, ¿no?... Katherine, creo yo" pregunté sin saber que decía.

"Hola" respondió con una tierna y cálida sonrisa. "Si, soy yo. Un gusto".

"Soy Jhon, un gusto" le estire la mano y me la estrechó con otra sonrisa. "¿Todo bien? ¿Esperas a alguien?"

"Ah... No. Me senté un rato a descansar, las escaleras son muy pesadas" dijo con una risa en medio de su oración.

"Oh, ya. Si quieres toma este café y subimos juntos" me miró con un poco de despecho que no se notaba mucho por su linda vista. "No le he tomado, está limpio".

"No es eso... Nadie había sido tan amable conmigo al conocerme, gracias" tomó mi café, sacó uno de sus panes dulces de la misma bolsa del día anterior y me compartió la mitad mientras subíamos la misma colina juntos. Le conté cosas sobre la colonia y un poco sobre la escuela. Ella me contó muchas cosas igual durante esos breves 30 minutos.

Vivía en un pueblo no muy habitado, era muy querida por los ancianos de ese lugar ya que les hacía a veces favores a buena fe. Su familia era perfecta, sus padres se aman, y trabajaban en una fonda que recién habían abierto. Ella quería ser actriz.

Llegamos al salón y Axel ya estaba allí, me separé de Katherine luego de dirigirla a su banca y me fui con él.

"¿Qué tanto ves?" le pregunté dirigiendo la mirada a donde él veía.

"¿Ves a esa chica de ahí?" señaló con el dedo índice chocando con el vidrio de la ventana. Miré a donde me señaló, era una chava blanca, con bonito cuerpo, pero fea cara.

"Cuerpo mata carita, amigo mío" le dije chocando su hombro derecho dos veces mientras veía a Katherine de reojo.

"¿Y eso qué? Aplico la del camarón" me cerró un ojo y luego se dibujó una sonrisa a en su rostro.

"¿La del camarón?"

"Le quito la cabeza y me como lo demás" dijo entre carcajadas.

"Oh, wow... Deberías meterte a un show de comediantes, si se la matas a Platanito" Katherine se rió discretamente tapándose la boca mientras miraba su butaca, me percaté de eso y me sentí bien después de ver su reacción.

Tocaron el timbre y las clases volvieron a comenzar. Pero a mitad de las clases llamaron a mi celular, pedí permiso de contestar y antes de preguntar quien llamaba escuché:

"¿Es usted el hijo de Omar y Rocelyne?" mi mente quedó en blanco y solo respondí.

"Si..."

"Ocurrió un accidente en la autopista, sus padres... Se encuentran en urgencias".

No tardé mucho para tomar mis cosas e irme corriendo de la escuela.

Esperanza desolada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora