Capítulo 2

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—¿Y?¿Que te parece?— preguntó Seb mientras caminaban en busca de un lugar para almorzar

—Bien...supongo

—Sabés que si no te gusta algo me lo podés decir

—Esta bien—admitio Naty — Odié el final

—¿Que hay de malo con un final feliz?—inquirio él

—Es poco realista— explicó ella— Parece un cuento de hadas, de esos en el que la campesina pobre se queda con el príncipe o algo así.

—Solian gustarte ese tipo de historias

—Eso era porque no sabía que los finales felices no existen

Seb la miró extrañada. No entendia que le había sucedido a su mejor amiga, quien de niña era fan número uno de Cenicienta. Sentía que algo pasaba con ella, y había tenido esa sensación desde hacía un tiempo. Sin embargo, con todo lo que había estado sucediendo con él mismo, no se sentía capaz de preguntarle qué le estaba ocultando.

—En fin— intento explicar Naty viendo la cara de preocupación de Seb — Pienso que deberías cambiar el final por uno más...

—¿Triste y melancólico?

—Algo así—dijo ella— Podrías hacer que él aceptara la beca de estudio y se fuera a vivir a Francia. Vende más y te obliga a darles a los fanáticos una secuela. Consigues fama y dinero en un combo dos por uno.

Los dos rieron, ya que sabían que no era fama ni dinero lo que Seb buscaba al escribir historias. Si lo hacía, era para compartir con el mundo la pasión por la literatura que lo encendía desde niño, cuando su abuela le regaló su primer libro de cuentos.

Llegaron a una pequeña cafetería que ofrecía también almuerzo. Se sentaron en una mesa junto a la ventana y leyeron la carta.

El menú no incluía demasiadas opciones, pero dentro de las que había Naty acabó decidiendose por una ensalada Caesar, mientras que Seb ordenó una hamburguesa.

—¿Y cómo va la campaña?— le preguntó él mientras esperaban la comida

—Bien, supongo— respondió ella, a quien se le notaba el desentusiasmo por su trabajo— Aunque seguro que la bruja de Romero de algo se va a quejar

—¿Siempre buscándole el pelo al huevo esa mujer, no?

Naty asintió. Es que su jefa en la compañía de cosméticos, Paulina Romero, competía —si no era que ya lo poseia— por el título del ser humano más insoportable del planeta. Estaba casada con un ex-futbolista multimillonario, quien le había comprado la mayor empresa de artículos de belleza del país a su mujer solo para darle el gusto.
Su voz chillona era tan irritante que Naty no podía soportarla. Lo único más molesto que sus gritos, eran sus pomulos, que no se movían ni un milímetro gracias el exceso de botox.

—Lo que no entiendo— dijo Seb— Es porque no renunciás

—Ya te dije, no tengo opción

—No te creo—insistió— Siempre podés empezar tu marca de ropa, que es lo que siempre quisiste

Naty miró para otro lado, como ignorandolo. Seb sabía más que nadie que el trabajo era un tema más que delicado para ella. La decisión que había tenido que tomar años atrás no había sido fácil, y que su mejor amigo todavía se la cuestionara no la ponía de muy buen humor.

Prefería dejar su antiguo sueño enterrado en donde pertenecía, un pasado al que no podía volver y del que nada ya podía cambiar.

De todos modos, la llegada de la comida le sirvió para esquivar el tema.

El ladrón de mejores amigos (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora