YOONMIN

Chocolate

//Pienso que recordarás, las tardes de invierno por Madrid, las noches enteras sin dormir, la vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor, al verte esperando en mi portal, sentado en el suelo sin pensar que puedes contar conmigo// - Puedes contar Conmigo, LODVG

Jimin intentó caminar detrás de su mayor Yoongi, entre la multitud que se amontonaba entre las estrechas calles de ese pueblecito, ahora en temporada de fiestas. 

Miraba los puestos divertido, mientras que se dejaba guiar por el mayor, para no perderse. Pasaron por varios puestos, todos abarrotados de gente alegre y curiosa. 

Jimin continuaba parándose en diferentes puestos, observando lo que los vendedores, disfrazados con ropa medieval, ofrecían. Se paró en un puesto pequeño de chocolates y otros dulces, muy curioso. 

Yoongi se paró al sentir que su pequeño se había parado en un puestillo, así que volteó y observo los ojitos de su novio mirar con curiosidad los diferentes sabores. Las mejillas de Jimin se tornaron rosadas cuando se dio cuenta de que su hyung le miraba fijamente. Con una sonrisa que hizo que sus ojos casi no se vieran, cogió la pálida y fría mano de su novio y se sonrojó aun mas cuando este le besó su regordeta mano. 

''Mirabas los chocolates... '' Susurró el mayor. ''¿Porqué no compras alguno? ''

''N-no traje dinero Hyung... '' Habló sonrojado el menor, mirando hacia abajo.

El mayor sonrió ''Te lo compro yo, no te quedes con las ganas cariño.''

Jimin se sonrojó aun mas, si eso era posible, y asintió levemente, aun mirando abajo. 

Escogió un chocolate con fresas y siguieron su camino. Pasaron varias horas hasta que por fin estaban en la carretera, de vuelta a casa. Yoongi conducía tranquilo mientras Jimin miraba por la ventana los árboles pasar a gran velocidad. Dejó que su cabeza se apoyase en su mano y se preguntó a que velocidad irían. 

Llegaron a casa, cansados. Jimin se cambió de ropa, poniéndose el pijama mientras que Yoongi preparaba unos fideos instantáneos como cena. 

Jimin buscó el chocolate que su novio le había comprado y cuando por fin lo encontró, abrió el envoltorio y cortó una onza. Sonrió para sí y corrió hasta la cocina, con la onza en sus labios, sujetada desde la mitad. Tocó el hombro de su hyung y éste se giró, sonriendo al ver un adorable mochi, con las manos en la espalda, ofreciéndole chocolate de sus labios. Se agachó un poquito para morder el chocolate posado en los carnosos labios del pelirosa. Saboreó el dulce y luego saboreó los labios de Jimin.