(CielxDoll) TODA UNA DAMA

La loca tía Frances

Ciel POV
Doll parece divertirse bastante, ya que su sonrisa lo dice todo; pero no debo bajar la guardia en la jugada, una simple vacilada y el juego acaba. Al parecer a Sebastián le enoja que Doll este con nosotros, pero el solo es un sirviente, eso y nada mas. Me pregunto si será más fácil acabar con el nido de ratas en Inglaterra con Doll a mi lado. No estoy muy seguro de presentársela a la reina Victoria, tomando en cuenta que Doll no es una noble y si la presento como mi prometida no se que reacción tendrá la reina. Por el momento le pediré a Sebastian que le enseñe todo lo necesario para que sea toda una dama. 

-Nina, necesito que prepares un atuendo para mi acompañante. Necesito que sea lo mejor de lo mejor, pues la llevare a una audiencia con la reina Victoria. 

-Faltaba mas, Conde Phantomhive. Deje a la joven en mis manos, vera que ni mas ni menos que Nina Hopkins creara un atuendo nunca antes visto que sera la envidia y comidilla de todas las damas de Inglaterra. 

-¿Smile? no estoy muy segura de ver a la reina Victoria; no después de haber cometido crímenes imperdonables-. agacho la cabeza y comenzó a jugar con sus dedos mientras sentía que rompía en llanto. -Ademas, yo no se comportarme como miembro de la nobleza. 

-Eso no sera problema, Doll. Sebastian sera tu instructor, el se encargara de enseñarte todo lo necesario para convivir con los nobles-. recargue mi mano en su hombro y le hice una señal con la mano para que siguiera a Nina. -Me retiro de momento, necesito terminar mi itinerario. Vamos, Sebastian. 

-Yes, my lord. 

Narrador Akuma

El conde Phantomhive se dirigió a su oficina y siguió con su rutina de manera normal. En los jardines de la entrada a la mansión, se encontraban los sirvientes Meyrin y Finnian regando las plantas y dándoles mantenimiento estético; era un ambiente bastante exquisito que nada ni nadie podría interrumpir. Pasando un poco el tiempo, ambos sirvientes escucharon el sonido de un carruaje aproximándose a la mansión con máxima velocidad. Ambos chicos estaban confundidos, pues el conde Phantomhive no esperaba visitas y Lady Elizabeth ya no volvería a venir. Meyrin se levanto sus anteojos y fue rápidamente a los techos de la mansión para preparar sus armas mientras que Finnian se paro en medio del camino para poder ver quien era la persona que se acercaba en el carruaje. El carruaje poco a poco iba acercándose a Finnian; el cochero le gritaba violentamente al rubio que se quitara de su camino, pero este hacia caso omiso, haciendo que al chófer no le quedara de otra mas que frenarse bruscamente. Luego de que el carruaje se parara de esa manera, la persona que viajaba dentro de él se bajo, mostrando así la identidad del visitante, que no era ni mas ni menos que la tía Frances en compañía de sus dos hijos: Elizabeth y Edward. 

-Criado, ¿como te atreves a entrometerte en mi camino?. Entra a la mansión y dile de inmediato a tu amo que vengo a verlo y espero no me niegue esta audiencia.

-De inmediato, marquesa Frances. No esperábamos su visita, por lo que no aseguro que mi joven amo los atienda de inmediato.  

Finnian fue rápidamente a la oficina del conde para informarle de las visitas, cosa que realmente no le sorprendió, pues después de haber hecho llorar a su ex prometida era mas que obvio que su familia visitaría la mansión para discutir el por que de la decisión. Ciel cruzo sus brazos y después de un efímero momento le pidió a sus sirviente que les informara que de momento no podía recibir visitas. El rubio asintió y se dirigió con la tía Frances.

-Disculpe, pero el joven amo me pidió decirles que en este momento no puede recibir visitas. De la manera mas atenta les pido que se retiren. 

La marquesa no pudo creer que su yerno le negara la audiencia, por lo que ignorando al sirviente, entro a la mansión acompañada de sus hijos. Ardiendo en ira comenzó a dirigirse a la oficina de Ciel para reclamarle lo grosero que ha sido. 

-Escúchame, Ciel. En este momento vas a atenderme y si me dices que no, no dudare en destrozarte esa cara. Lo que le hiciste a mi hija no tiene perdón; romper el compromiso que tus padres y yo acordamos es imperdonable.

-Mi estimada tía Frances, ¿acaso no entiende?-. levantándose de su silla golpeo con las palmas de sus manos el escritorio. -Yo no amo a su hija y nunca la amare, ademas de que yo estoy enamorado de otra doncella. Ella es sencilla, adorable, humilde y muy fuerte. Mucho mejor que su hija, si me lo permite decir. 

-¿¡Como te atreves a ofender así a mi hermana, Phantomhive!?. No te permitiré que le hagas esto a mi pequeña y adorable hermana. Pagaras muy caro tu osadía de hacerla llorar. 

-Edward, no pienso mentir sobre lo que yo siento. No tengo el menor interés por tu hermana y ella nunca sera la esposa del perro guardián de la reina. 

Dichas estas palabras, Elizabeth y la tía Frances sacaron sus espadas y apuntaron al conde Phantomhive, mientras que Edward sacaba una pistola. El conde sonrió muy confiado y llamo a Sebastan; ese mismo llamado fue escuchado por Doll y Bard haciendo que también fueran a la oficina. 

-¿Así que esta es la mujerzuela por la que rompiste el compromiso con mi hija?. Vaya que el amor es ciego. Mírala, no tiene nada de gracia.  Tendrá ojos azules, pero nada asegura que sea de noble cuna. 

-Madre, permiteme liquidar a esta roba hombres. No te perdonare nunca el que me hayas quitado a mi hombre. Peleare por lo que es mio. 

Doll al escuchar a Elizabeth la frase *no te perdonare nunca* recordó ese día, cuando Ciel le arrebato todo su mundo. Sus pensamientos estaban revueltos; pero si de algo estaba segura era que amaba a Smile, después de todo en su mirada vio duda cuando dio la orden de eliminarla. A pesar de todo, ambos hicieron cosas imperdonables, pero en sus corazones había arrepentimiento. Eran iguales... Luego de haber despejado la mente, saco su sombrilla y le apunto a Elizabeth para darle a entender que aceptaba el duelo.    

-Doll, ten cuidado. No quiero que te pase nada.

-Tranquilo, Smile. Demostrare que estoy mas que capacitada para ser la esposa del perro guardián de la reina.