cuando sana una cicatriz

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Recuerdo que, cuando era niña y tenia aproximadamente 4 años, mi madre se juntó con unos amigos de su juventud. No recuerdo con cuales, pero si recuerdo que yo estaba con ellos en la casa quien sabe de quien.

Recuerdo que el dueño de casa tenia un perrito. Y yo, que era joven y estúpida, lo quise acariciar, no tuve en cuenta que este estaba comiendo. No recuerdo exactamente como paso, por lo que supongo que tome al animal por sorpresa y por instinto me atacó. No recuerdo si dolía, si recuerdo vagamente a mi madre gritando histericamente, y el rojo de la sangre, me llevaron al hospital.

Lo recuerdo, pero no lo recuerdo. Se que pasó, pero no lo tengo presente en mi memoria como una serie de imágenes tan nítidas, recuerdo, o al menos creo recordar, que el perro era pequeño, y para que lo mencione así, debe haberlo sido; porque con lo chiquita que siempre fui, en esa época debí tener el tamaño de una hormiga; así que como ya lo dije, el perro no era muy grande, por lo que la herida tampoco lo fue.

No se cuanto tiempo tarda en sanar una herida superficial, y honestamente no recuerdo estar esperando días enteros para sanar, así que no se cuanto tardó en sanar esa herida para convertirse en una cicatriz.

Aunque no fue la gran cosa, y en mi cara la cicatriz era casi imperceptible, si dejo una marca un poco más profunda en mi. Y si recuerdo que, aparte de la perra que teníamos en casa que estaba con nosotros desde antes de que yo naciera, no volví a tocar un perro, ni a acercarme a uno durante cuatro años.

Y entonces aparece en mi mente otro recuerdo, uno más agradable, uno más feliz. El día no lo recuerdo con fecha exacta, así que voy a ponerle un nombre a ese día. Se va a llamar...

"El día en que superé con éxito y con ayuda mi pequeño trauma". Y se cuenta así..

Un día de sol, vaya Dios a saber a que hora, que día y en que época del año, estaba en la vereda de la casa de mi tía de nombre Jesica (a la cual siempre le escribí como Yesica, pero ese es otro tema, y no es lo importante en esta historia), esperando no tengo idea qué. Y se acercó a mi, moviendo la cola un perro, no muy grande ni muy chico, se acerco despacio. Pero yo, basada en una experiencia previa, no quería acercarme, tenia miedo, no sabía que era lo que iba a pasar.

Me tapé los ojos con una mano, y estire la otra hacia donde suponía que estaba, y lo acaricié. No sentí nada, no me lastimó, no me mordió, no me hizo nada. Así que me quité la mano de los ojos. Mis miedos se habían ido.

No recuerdo nada más de ese día. Pero si entendí una cosa. Una cicatriz no se cura por completo, si no hasta que hayas sanado por fuera y por dentro. Por fuera la herida cierra más fácil, la carne se cura con facilidad; pero por dentro, en el alma, las heridas tardan más.

Así que esta es basicamente la historia de una cicatriz; esa diminuta cicatriz que tengo en la cara, en la mejilla izquierda, entre mi lunar y las lineas de expresión; que casi no se ve, que no se siente, pero que se que esta y que nunca se va a ir. Ya no es lo que era, ya no es el recuerdo del temor, no; porque sanó, porque crecí, porque aprendí. Ahora es una marca distinta, es una marca de superación que no incomoda, porque es ahora una parte de mi cuerpo y de mi alma, es una marca que no avergüenza porque no es vergüenza aprender, que no incomoda porque aunque esta siempre ahí casi nadie la ve.

Y entonces comprendo, que de las situaciones más simples y absurdas de la vida, se pueden aprender tantas cosas. Esta es la enseñanza que a mi me dejan estos dos recuerdos, que a mi me dejan estos dos perros, que a mi me dejan, estas dos cicatrices.

mis frasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora