My Father's Wings [2]

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Título: I Intend to be Your Last

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Título: I Intend to be Your Last

Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]

Sinopsis: Caroline llega a Nueva Orleans y es recibida por Klaus.












En el momento en que el híbrido Mikaelson hace aparición, Caroline no puede creer que por fin esta ante él. El rubio se bajó de su coche, y se acercó lentamente a ella sin despegar ni un segundo su vista de la vampira. Sus ojos relucen, hambrientos. Hambrientos de ella. Sin romper contacto visual, él llega hasta la rubia. Sonríe cuando se detiene dos pies delante de ella.

El tiempo parece detenerse entre ellos. Una suave brisca hace que el olor del híbrido le de de golpe en la cara. Cómo echaba de menos esto. Lo extrañaba.

Los ojos de Klaus brillaban reflejando su felicidad, y verlo así le provoco un sonrojo que no pudo evitar.

Caroline se alejo un par de pasos, abrumada por su presencia. Con la mano derecha empujó un rebelde mechón de pelo rubio detrás de su oreja, mientras miraba hacia el suelo.

—Hola, Klaus —susurró, levantando la mirada hacia él una vez más.

Él tragó saliva y asintió. —Hola, Caroline —respondió con ese acento que le caracterizaba, enviando escalofríos por su espina dorsal.

La rubia se aclaró la garganta, y sonrió. —¿Hay algún lugar a donde podamos ir? —preguntó, mirando a su alrededor. Unas cuantas personas detenían su andar y miraban a la pareja con curiosidad.

Klaus rió y asintió. —Claro amor —respondió, y señalo su bolso—; ¿Es todo lo que traes contigo? —preguntó, mirándola.

Caroline frunció el ceño al recordar precisamente dónde estaba el resto de su equipaje. Ella asintió lentamente, y embozo una falsa sonrisa, aunque ella sabía que él podía distinguir la diferencia.

Pero Klaus no dijo nada, solo asintió y cogió la bolsa. Levantó su mano izquierda, señalando hacia el coche. Caroline sonrió y asintió mientras le seguía de cerca.

La rubia se deslizó en el asiento del copiloto, después de que galantemente el híbrido le abrió la puerta. Segundos después, se subió en el asiento del conductor, y se marchó del lugar.

Sus ojos vagaron emocionados por las calles de Nueva Orleans, estaba asombrada por cada detalle que lograba apreciar, la arquitectura, el paisaje, las personas. Sintió una mirada en ella, así que giro su cabeza para encontrarse con la mirada divertida de Klaus.

—¿Quieres que yo conduzca? —Ella preguntó en un tono de broma.

Klaus se rió entre dientes. —Lo siento, amor. Es sólo que no puedo creer que estés aquí —añadió en voz baja.

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