-“Aunque parezca que siempre se está terminando algo, no es así; somos un montón de nuevos comienzos...”
Shawn
—¿Llevas tu almuerzo, Shawn?.— Pregunta por novena ves mi madre.
—Si mamá.—rodé los ojos.
—Vuelve hacerme eso, ¿A ver?.—La miré sin entender- Lo de los ojos, Raul.
—Ya vas a empezar.
—No, nada de 'Ya vas empezar', yo soy tu madre, me tienes que respetar— reí— y ahora te ríes de mí.
—Me recordaste a Drak Vader,—Me mira sería— Lo siento.
—Tienes que respétame, no soy uno de tus amiguitos.
Por un momento guardé silencio.
Mis amigos, ¿Como estarán?. El al haberme mudado a los Estados Unidos había sido un cambio muy drástico para mi. Y algo que sin duda aún no me convencía del todo.
—Aqui también podrías encontrar a nuevos amigos,—suspiré— Talvez también alguna chica, o un chico según el caso.
—¡Mamá!.— me gire para mirarla, ¿En que cosas piensa?.
—¿Que?.—me mira divertida.
—A mi me gustan las niñas.— Dije entré dientes—
—Pues aquí eso es ilegal, — la miré sin entender- Ya sabes tú ya estás algo grandecito para qué te gusten las niñas, y si es asi te podrían detener por pedófilo.
—Contigo no se puede hablar.—recargo mi cabeza en la ventana del auto.
—Vamos Shawn, ¡será divertido!.—intenta animarme agitando un poco mi hombro.
—Ya lo creo.—Susurro sarcástico.
—Verás que será una nueva aventura.—la miré, se veía entusiasta y no lo quería arruinar.
—Claro que será una aventura, mamá.— le sonrió.
—¡Llegamos!.— Dice cuando estamos frente a la escuela.
—Bien,—Bajo del auto— te veo en casa.
Cerré la puerta, empecé a cambiar cuando escuchó un grito de mi madre.
—¡Shawn!.— volteó —Ven.
—¿Que pasa?.— Caminó nuevamente hacia el auto—
—Espera,—Salio del auto—Te tomaré una fotografía.
—¡Ay mamá!.
—No me hables así Shawn Peter Raul Mendes.—Saco su celular—Ahora sonríe.
—¿No puedes ponerme más en ridículo?.— susurré.
—Oh, ¿quieres que te deje en ridículo?.— se llevó las manos a la cadera.— ¡Chicas!.
—¡Dios, mátame!.— Solté mirando al cielo
—Una de cada lado,—puso a una chica de cada lado— Perfecto.
—¿Por que hacemos esto?, Todos nos miran.— Logro escuchar a una de las chicas.
—La señora dijo que nos daría 10 dólares.—Contesto la otra.
—Ahora sonrían.—Las chicas sonrieron— El sonreír no te hará daño, cariño.
Sonreí forzadamente y ella tomo la foto.
—Muy bien.— me volteó y caminó directo la entrada.