CAPITULO 17

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MAI

Esta semana no he parado, he ido todas las mañanas con Declan a curarle el brazo, mejora poco a poco y espero que no quede cicatriz. Todas las mañanas es igual, llego y desayuno con él y Alec, pero Alec no está siempre, cuando está hablamos tranquilamente de cualquier cosa, cuando no, desayunamos callados. Me gusta que esté Alec, hace que no sea tan incómodo el silencio entre Declan y yo, silencio que hace años era maravilloso, no nosa hacía falta hablar, ahora tengo la sensación de que nuestros silencios esconden demasiadas cosas que queremos pero, por alguna razón, no decimos.

Después de terminar con un desayuno muy raro y con un pésimo enfermo que se queja de todo, bajaba a las cocinas a ayudar a Agnes con lo que podía. Allí estaba más o menos tiempo haciendo diferentes comidas o limpiando, la verdad es que las chiquillas que la ayudan son bastante torpes, pero bueno, supongo que yo era igual de desastre cuando entré por primera vez en esas cocinas tan enormes. Después de estar allí, cojo mi caballo y hago la ruta por el pueblo revisando a los enfermos, es increíble lo mucho que ha mejorado Cameron, los niños se curan en seguida, tiene mucha energía y quiere salir a jugar con sus amigos, pero debe aún ser precabido. No hemos tenido más accidentes desde el incendio, así que he podido ir a los establos a ayudar con los caballos. También he estado pasando tiempo con mi padre, intento hacer todas las comidas con él en nuestra pequeña casita y salgo a pasear, le viene bien caminar y respirar aire fresco. Aunque noto como cada día se cansa antes, es increíble lo que ha envejecido en estos últimos años. Siempre había recordado a mi padre como un hombre enérgico lleno de alegría, y sé que cada vez le cuesta más.

Ahora mismo estoy en uno de esos paseos con mi padre, le encanta que pase tiempo con él. A mi me gusta, pero también hace que me entristezca el verle así. Aún así me apasiona escuchar sus mil historias. Siempre evitamos el tema de mi madre, me sigue doliendo recordar aquel día y mi padre la echa muchísimo de menos, por ello, nunca hablamos de ella.

-Hija, háblame de Francia, casi nunca me hablas de tu vida allí. ¿Qué tal te trato mi hermano?-dice mi padre agarrándome del brazo para caminar mejor, mientras en la otra mano sujeta su bastón.

-Oh, el tío y su mujer fueron muy amables conmigo, me trataron como a una hija, son muy buenas personas. Pero la vida allí es muy diferente. No sé, estuve bien, pero no era yo misma. Ya me conoces, echaba mucho de menos todo esto.

-¿Qué hacías allí?

-Pues los primeros meses iba a clases, los tíos me pusieron un profesor particular y aprendí rápido francés. El inglés... no tenían tantas ganas de aprenderlo, pero algo hablo. Y también estudiaba literatura, era mi parte favorita. Los tíos tienen una colección privada de libros, me tiraba tardes y tardes enteras en los parques y jardínes leyendo y devorando cada página. Cuando ya dominaba un poco más el idioma los tíos empezaron a llevarme a fiestas, nada que ver con las nuestras, al principio me aburría bastante, iba por los tíos, se lo debía supongo. Luego hice amigos y se me hacían más amenos, incluso acabé bailando más de una vez. Tendrías que haberme visto padre, toda una señorita con mis vestidos y mis peinados extravagantes.-mi padre comenzó a reír al imaginarme así, yo también rio, de veras debería haberme visto.

-Habría sido todo un placer verte así hija-dice aún riendo, luego me observa con cariño y sé que ahora va a hablar de algo serio.- ¿Sabes una cosa? No he querido preguntarte, pero... Declan me lo contó.-algo se rompe dentro de mi, noto como el corazón martillea mi pecho otra vez, qué le contó, no, no creo que lo hiciese. No tendría sentido. Es entonces cuando instintivamente me llevo la mano al colgante que llevo en el cuello, debajo de las ropas para que nadie más lo vea. Siempre lo llevo, mi anillo, nuestro pequeño momento de felicidad antes de que todo cambiase.

-¿Qué te contó exactamente padre?-pregunto casi susurrando.

-Mai, por Dios, si no había más que veros. Os conozco desde niños, y las últimas semanas antes de que marchasemos pasaba algo. Una noche, tras una dura batalla, estabamos sentados al lado del fuego y se sinceró conmigo. Me contó que te pidió matrimonio y que dijiste que si. También me dijo que tenía miedo de no volver a verte.

-Pues si te lo contó no entiendo nada, ahora ni me habla, ya lo has vito.

-No ha sido fácil para él. Ha perdido a su padre, su madre está en un convento enloquecida, es el laird de estas tierras, responsable de mucha gente y no llevó bien que a su llegada tú estuvieses bien lejos. Ahí quizás tenga yo la culpa, pero en esos momentos, con todo lo sucedido... lo mejor me pareció mandarte lejos.

-Padre usted no tiene culpa de nada, él es un cabezota, los dos hemos pasado por mucho y ya está.  Ahora debe preocuparse por su salud y no darme sustos.

-Mai me hago mayor, pero sé que lo hemos hecho bien contigo. Eres el orgullo de un padre, todo lo que unos padres pueden desear. Te has convertido en una muchacha guapa, educada, responsable, valiente e independiente. Siempre has ido como una cabra loca, pero sé que es tu fuerza, confío en ti, y estoy muy orgulloso.

-Papá, no hace falta que...

-Sí Mai, necesito decirlo.- Y así, sin más, mi padre consigue que me emocione, nos fundimos en un abrazo. Papá.


SIEMPRE VOLVERÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora