capitulo#2

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- ¡Wow! Mira todo esto, es impresionante - hablaba Astrom desde la ventanilla del avión.

- Podrías emociarte desde tú interior y no arruinar mi estadía, gracias no estoy precisamente contenta de estar sentada aquí soportandote - lo regañe colocando me un tapa ojos*.

- Deberías emocionarte, es tú país natal Pers, otra vez estarás conviviendo con tú gente - dijo aún mirando la ventanilla

- No es mi gente, que haya nacido allí no quiere decir que que sea como ellos. - lo callé colocandome los audífonos e ignorandolo.

Estábamos a mitad de camino, faltaban aún 12 hrs para llegar al aeropuerto.

Un coche nos estaría esperando allá, y nos llevaría al Hatillo donde nos quedaríamos y conoceríamos al dichoso Padre que tendremos.

Aún no entiendo como fue que deje que hicieran esto, tengo una enorme espina que no me deja tragar bien todo esto.

Siento que todo saldrá mal.

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Sentí un pequeño movimiento en el hombro y un besito en el cachete, levemente me quitaron el tapa ojos*, al mirar observe a Astrom sonriendome con brillito en los ojos

- Y ahora que? - rodé los ojos estresada.

- Llegamoos! - canturreo feliz

Luego de levantarnos, salimos de la zona VIP y bajamos buscando un cartelito con nuestros nombres.

Luego de unos 10 mnts de busqueda, encontramos a un casi adolescente  sosteniendo  un cartel donde decía los Pitts, creo que tenía 2 años más que Astrom y vestía de lo más raro posible. Tenía unos pantalones muuy pegados que parecían de mujer y una camisa como de uniforme.

Nos acercamos y este al mirarnos me repasó de pies a cabeza sin ningún pudor.

- Hey! Los ojos de mi hermana están arriba idiota - le habló Astrom con un perfecto acento alemán combinado con español, sacudiendo la mano al frente del tipo para que lo mirara.

- Verga pana mala mía, es que la chamita esta muy linda - habló con el acento característico de allí.

Los dos nos miramos al mismo tiempo y luego estallamos en risas cómplices, si yo nací allí se como hablan y la cultura, nunca perdí el acento caraqueño ya que mi tía también es venezolana y me hablaba con ese acento.

- ¿En dónde está nuestro padre? - hablé por primera vez

- En la casa los está esperando ¿no tienen que buscar más nada? Pa'irnos? que ya se está haciendo de noche y los sapos* empiezan a joder.

- Ya estamos listos - habló Ast encargándose de las maletas.

Empezamos a recorrer todo el aparcamiento hasta que se paró en un Spark blanco, nos ayudo con las maletas y nos fuimos a nuestra nueva casa.

Luego de subir toda la guaira y salir de la interminable autopista, nos adentramos a una recidencia, las casas eran hermosas muy pocas tenían portones altos, casi todas tenían el porche abierto y niños jugaban en la calle, todo se veía lindo, un lugar fuera del desmadre de donde nos habían metido cuándo llegamos. Aún no estaba contenta pero si me gustaba las vistas.

Odio no poder Odiarte, ImbecilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora