Jessica

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         Jessica

Me di cuenta entonces que Alejandro había muerto, fui la primera en darme cuenta. ¿Cómo lo supe? Pues fue fácil. Encontré el lugar donde nuestras almas se encontraban prisioneras, la de él no estaba ahí. Salí lo más rápido que pude de ese lugar, me sentía completamente devastada quería caer al suelo y gritar, no podía creer que el ya no estuviera con nosotros. Siempre yo lo vi como nuestro líder, aquel que rigiera nuestro camino hacia lo que buscamos pero no fue así. Todo cambio de pronto.

Han pasado los días y nos detuvimos, no quiero avanzar, no quiero moverme después de todo no quiero hacer nada, es como si me quitasen algo muy preciado el cual no se reemplazaría con nada, todos se acercan a mí y me animan para levantarme y estar con ellos y para retomar el plan tal y como lo habíamos planeado durante todo este tiempo pero ya nada iba a ser como lo hemos planeado hemos perdido a quien principalmente necesitábamos. Me preguntaba ¿tenía caso seguir? No siempre seguía diciendo, los demás trataban de convencerme de que estaba equivocada que Alejandro jamás lo hubiese querido así.

Luego empecé a tomar el mando, eso lo decidí por mí misma, se ha notado mi diferencia con el pasar de los días. Nadie estuvo en desacuerdo en que yo guiara esta vez al grupo sé que es lo mejor que puedo hacer por él. Me he levantado más fuerte y más decidida. Yo no permitiré que nadie más muera, yo me encargare de rescatar a Marilyn y a su hijo junto a todos.

- Ha sido genial, que seas tú quien tome el mando desde ahora – me dijo Erick

- ¡Gracias! – le respondí

- No podemos perder más tiempo, se que entre más tardemos en ir a ese lugar. – dijo Cristhian

- Siempre lo tengo claro, no te preocupes por eso, todo saldrá bien. Lo aseguro. - Respondí

- Espero que así sea todos dependemos de ti ahora. – dijo Scarleth.

- Estaremos juntos pase lo que pase tenemos un objetivo y acabaremos con el mal de una vez por todas, tal y como Alejandro siempre lo busco. Saldremos mañana en la noche.

Preparamos todo para partir al día siguiente, me sentía llena de nostalgia a la vez, era momento de cumplir con el plan el cual planeamos por mucho tiempo pasara lo que pasara me pare en medio del salón principal y observe todo el lugar y venían a mi mente tantos momentos vividos en este lugar empecé a sonreír y de repente las lagrimas empezaron a salir de mis ojos. Escuche que alguien se acercaba y limpie mis lágrimas.

- Es hora de partir – escuche decir a lo lejos.

Luego vi que todos se acercaban a mí y nos dimos un abrazo grupal y nuevamente volví a llorar.

- Gracias por estar aquí chicos eso vale mucho para mi – logre decir con un nudo en la garganta.

Ellos no dijeron nada solo me abrazaron el seña de responderme que no era necesario agradecer y que irían conmigo pase lo que pase. Tomamos nuestras cosas y partimos. Tomamos un camino largo hacia unas montañas hasta entrar a un camino de tierra. El lugar hacia el que nos dirigíamos era la mejor entrada que podíamos optar por entrar.

Finalmente llegamos, cada quien tomo sus armas lucíamos como un pequeño pero muy pequeño grupo de soldados que batallaría no importando el número de integrantes, ni la cantidad de enemigos que haya estando en la zona de batalla.

- Bien chicos es hora de entrar – dije.

Ninguno tenía temor podía notarlo en sus rostros todos estaban decididos y sabían a lo que se enfrentarían y aun así no se echaban para atrás. Todos se sujetaron de mi ya que lo había pedido, era necesario ya que era la única que sabia como entrar al limbo de un momento a otro estábamos dentro como de costumbre estaba todo oscuro cada quien llevaba su linterna para iluminar donde pisaban.

Entre el cielo y aquel infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora