Ayer mi padre se fue a otro viaje de negocios. Se despidió de mi madre con mucho cariño. Ella se quedó en silencio y se metió a su cuarto para que no la viésemos llorar.
Por la tarde, se maquilló toda y nos llevó a comer helados a la tienda de la esquina. Después, nos fuimos con nuestros conos de vainilla al parque del barrio, ese donde hay un payaso que me mira desde los arbustos.
Al caer la noche, mi madre comprobó que el cuarto de mi abuela estuviese enllavado para que ella no pueda salir. Luego nos hizo una sopa para cenar y nos acostó temprano.
Antes de la medianoche, me levanté para orinar. En la sala, mi madre clavaba alfileres a un pequeño muñeco.
Ahora entiendo por qué mi padre siempre la pasa con dolor de cuerpo en sus viajes.
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LOS GARCÍA
General FictionPues bien, vaya en esta relación de los hechos a modo de aviso y confesión, que es cierto que fui cómplice, testigo y viví la dicha de tener (como quien sostiene una avecilla presta para el vuelo) un rito cotidiano que subía desde la palma de mi man...