Días gatunos

Capítulo 1: Empezamos mal.

   Bueno, me siento algo tonta escribiendo un diario, pero LO NECESITO. Este día, me había levantado, como siempre, a las 7 AM. El problema, es que me fuí a bañar y tardé DEMASIADO. Es decir, "Me sobra el tiempo", pensé. Oh, que ingenua. Cuando salí del baño, mi pelo estaba todo enredado y feo, así que tuve que desenredarlo. Luego, secarlo. Y luego, hacer mi típico peinado: Suelto, con el flequillo en medio y con dos pequeños moños negros. El uniforme, era una especie de traje elegante: Saco negro, corbata negra, camisa blanca y pollera o pantalón negro, dependiendo de qué seas. Vaya a saber qué hacía el indeciso. Aunque, a mi amiga, Giselle, bueno, Gisa, no le importa llevar pollera en invierno, lleva pantalón. Por mucho que los directivos le pongan sanciones, ella no usa pollera si hace frío. Así, directa. Bueno, que me voy por las ramas. Cuando terminé, miré la hora: 7:52, y la puerta cerraba a  las 8 AM. Ni siquiera desayuné, bajé las escaleras como rayo, mi perro exigió mimos, mi madre que desayune, todo un lío. Finalmente, dije "¡¿QUÉ ES ESO?!" y mi madre miró haca allí, pensando que era un bicho, dándome la perfecta oportunidad para escapar. Hora: 7:57. Ya me estaba desesperando, iba a llegar tarde y ni siquiera había empezado el primer trimestre.

˜º˜

   Iba yo, corriendo por la calle, cuando se me ocurre una genial idea: "Si lanzo la cartera y me quito el peso de los libros de encima, corro más rápido". Y así, comencé a utilizar la "mejor" idea que se me había ocurrido en toda mi vida. Aunque no funcionaba, ya que en el tiempo que gastaba en levantar la cartera, para nuevamente lanzarla, pude haber recorrido una cuadra. ¿Por qué no noté esto hace un par de varios meses? De todas maneras, si lo hubiese notado, no habría pasado lo siguiente: en una de esas que lancé la cartera, impactó contra la cara de un chico. -¡Loca!- gritó él, entre enfadado y adolorido. Yo, estaba que era un tomate. -Lo siento.- me disculpé. Luego, miré la hora: -¡YA SON LAS 8, CERRARON!- Miré al chico, enfadada. Si él no se hubiese atravesado en mi camino, yo tranquilamente pude haber llegado en el momento exacto donde cerraban las puertas. Y sí, lo acababa de mirar, cosa que no había hecho antes: El pelo, negro con un mechón de azul, guapo, bonitos ojos oscuros, y -¡El uniforme de mi instituto!- grité. -¿Te acabas de dar cuenta? por tu culpa, Loca rompe-rostros, no llegaré a tiempo.- -Correpción, no llegaremos a tiempo.- digo yo, haciéndome la lista. De todas formas, el suspiró y corrimos como Flash hasta el instituto.

   En efecto, ya habían cerrado, por lo que no sirvió de nada correr. Fruncí el ceño tristemente, acababa de cambiarme de instituto y ya tenían una mala impresión de mí. O eso pensaba, ya que él me sonrió "No sé si tomar eso como masoquismo, o sadismo." pensé. Es decir, o le gusta sufrir al llegar tarde, o le gusta verme sufrir. -No pongas esa cara, todavía hay una oportunidad.- dijo él. Abrí los ojos sorprendida, al ver que me tomaba de la cintura.-¡¿Qué mierda te...?!- pero no me dejó continuar.-Te ayudaré a trepar.- dijo él, a lo que respondí -No sé qué clase de físico crees que tengo, pero ese muro es demasiado alto para mí.- le dije. El rió un poco, para luego levantarme por encima de él.-Agárrate de esa parte que sobresale.- busqué una parte deforme y la encontré, me sostuve. Él me soltó, casi me caigo, pero justo en ese instante, me empujó desde los pies, logrando que pueda llegar arriba y sentarme en el muro. Luego, él subió. Iba a ayudarlo, pero noté que solito se las podía arreglar. Saltó desde allí, dejándome descolocada. -¿Estás bien?- pregunto. El ríe, y dice que está bien, que no me preocupe. -Ahora salta tú.- Lo miró con los ojos como platos "¿de verdad se cree que puedo saltar desde aquí?" -Te atraparé, no te preocupes.- y, como estúpida, pensé en él como mujeriego. Pero ya me arrepentiría de eso.-Tks, yo puedo sola.- digo, saltando y cayendo de pie, con el pequeño detalle de que fue de rodilla. Pero no iba a dejar que este chico pensará que soy una debilucha llorona (aunque lo era) así que me hice la fuerte y corrí hasta el instituto, rengueando, pero corrí.