Un corazón se puede romper, un corazón puede llorar

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“Necesito que nos veamos.”

Unas palabras tan cortas, simples e incluso mediocres, sin embargo, estas eran un mundo para Martín.

No se hizo esperar más, en cuánto sus cosas estuvieron listas (porque pese a todo lo que sucedía en su vida amorosa, Martín sabía que debía de cumplir con sus prioridades) tomó sus prendas de invierno y abandonó su aula de la facultad de Medicina, dirigiéndose al centro del campus, a esperar un bus que le llevase hasta la salida.

Ya sentado, Martín hizo un jugueteo nervioso con sus dedos en su vacío asiento de al lado, casi como un tic.

Había pasado ya un mes desde lo ocurrido, desde las frías palabras de Manuel, dándole a entender que el "nuestro" que tanto apreciaban se había convertido en un "tú", ya no existía. Sin embargo, ahí estaba, en un bus vacío directo a la salida de su facultad, con la nariz roja y unos guantes incómodos evitando un resfriado, haciendo esfuerzos no merecidos por la persona que amaba.

Tardó unos treinta minutos en llegar al lugar acordado. Revisó su reloj, por suerte no había llegado tarde.

Avanzó entre los pasillos de esta pequeña cafetería al estilo de los 80's buscando al chico con la mirada.

Sintió como su corazón daba un salto al encontrarle sentado, entre perfil y espalda, con su cabello levemente humedecido por la nieve que habitaba en el aire gélido de esa tarde y su nariz roja al contacto del humo de su café.

Cuanto amaba a ese hombre.

— Ya estoy aquí. —

Comentó, moviendo la silla en frente de su compañero, sentándose al instante.

— Lo noté. —

Soltó Manuel, observandolo tranquilo, casi con cariño, como haría una madre. Eso era algo que admiraba mucho de Manuel, que hasta en los momentos más tensos su mirada siguiese demostrando una calidez proveniente del corazón. Y aquél cariño era real.

Martín pidió un café simple, y en cuánto la mesera se alejó por segunda vez de su mesa (aunque eso Martín no lo podía asegurar, quizás fue otra la persona que atendió a Manuel antes de su llegada) se dispusieron a comenzar con esa charla.

Martín estaba nervioso, estaba tan perdido en la situación que acabó por hechar tres cucharadas enormes de azúcar en su café. Manuel hizo una mueca, incluso se veía amable pese a que su acción no lo era.

— Martín, mira. Siempre tan descuidado. —

Las mejillas del mencionado se vieron entumecidas ante el rojo tono que estas tomaron, Manuel era tan atento . . . aquello le estaba matando.

— Olvidalo, no importa. ¿De que queres hablarme? —

Manuel soltó un sonido similar a una 'o', antes de bajar la mirada a su taza, volviendo a beber del cálido contenido.

— Estaba preocupado por ti, es todo. Quería ver que todo estuviera bien. —

"No, nada de esto está bien."

— No había necesidad de hacerlo realmente. —

Exclamó Martín, de un modo cortante que esperó evitar. Se arrepintió al instante de sonar así, pese al daño que sentía no quería dañar a Manuel.

— No seas así, Martín. Sigues siendo importante para mí, me preocupas de igual forma que antes, eso no va a cambiar. —

Manuel se veía incómodo ante la situación.

— Por supuesto, yo . . . lo siento mucho, es que, no lo entiendo. —

— ¿Huh? —

— Porque . . ¿Por qué fue tan repentino? De verdad que no entiendo, esta situación es una mierda. —

Manuel bajó la mirada, un tanto dolido.

Si le preguntaran, diría que está arrepentido. No de haber dejado a Martín, aún lo amaba pero ya no era un amor de pareja, era otro. En cambio con Arthur, las cosas eran distintas. Era como si ese poco tiempo (comparado a los años que llevaba conociendo y siendo pareja de Martín) haya valido mucho más. Sonaba ilógico, absurdo y hasta un punto, cruel. Pero no podía evitar pensar así, Arthur lo había encadilado.

A Martín le tomaron dos años el poder lograr acostarse con Manuel, a Arthur, un casto mes.

En teoría, no iba a cambiar de decisión, pero le dolía haber sido tan insensible con Martín. Haber terminado de aquella forma . . . No era la mejor.

— No reacciones así Martín . . . A veces, uno piensa que tiene las mejores cosas, sin embargo, puede que se equivoquen. —

— ¿A que demonios quieres llegar con eso? —

— Lo siento, tienes razón. Sono estúpido. —

Manuel comenzó a palpear con sus delgados dedos la mesa que soportaba el peso de sus brazos y tazas, demostrando que estaba nervioso.

Y claro, una de las ventajas de Martín era conocer todo sobre el muchacho, sus tics nerviosos los conocía a la perfección.

— ¿Estás nervioso? —

Manuel subió la mirada, encontrandose con los ojos de Martín.

"Dolidos"

Quizás era indebido sentir cosas por alguien cuando estas viendo a otra persona, pero para Manuel fue imposible evitar sentir una punzada de dolor en su corazón, al ver de aquella forma a quién fue su primer amor.

— N-No, no es eso. —

— ¡No mientas!, nunca me habías mentido antes, ¿Es realmente Arthur una buena influencia para ti? —

Otra más. Nuevamente la punzada lo lleno de dolor.

— N-No quise decir eso-—

—Fue una mala idea llamarte. —

Martín se sorprendió, más aún cuando vio el cuerpo de su amado levantarse y abandonar rápidamente la mesa. Martín le siguió rápidamente el paso, dejando ambas tazas a medio terminar.

— E-Espera. —

Exclamó con su mano extendida en la dirección del chileno, en un desesperado intento por no dejarlo ir, por querer estar con él.

Manuel alejó su presencia del recinto, sin mirar atrás, fundiendose junto a la nieve que nuevamente comenzaba a caer.

Ante la malditamente dolora imagen de verlo partir, Martín soltó las verdaderas palabras que había querido decirle.

— ... ¿Esta todo bien? —

「 W e  d o n ' t  t a l k  a n y m o r e  」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora