/Capítulo 3\

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El trayecto hacia la cabaña se estaba haciendo largo, aunque solo quedaban unos pocos minutos.

Tobías miró a su lado, observando por un momento el rostro de la mujer por la que sentía un remolino de sentimientos. Esa, que era totalmente prohibida pero aún así, no podía dejar de sentir cosas y querer cometer locuras. Justo estaba apunto de hacer una, se iba a arriesgar sin importarle nada.

Bianca se encontraba dormida en el asiento del copiloto, parecía cómoda, sus labios entreabiertos le hacían una invitación al chico a su lado a besarlos, a morderlos; Tobías suspiró. Debía hacer una llamada para que el plan que tenía en mente se llevara a cabo sin ninguna molestia por su parte. Sacó su celular del bolsillo y marcó el número de su madre, tenía que avisarle que no llegaría a casa el fin de semana.

Hola cielo, te estamos esperando para comer. —anunció su madre a través del auricular.

Él hizo una mueca.

—Mamá lo siento, este fin de semana estaré fuera. Unos amigos me han invitado a una casa de campo fuera de la ciudad.

Oh cielo —la madre suspiró—. Bueno, entonces que te diviertas y cuídate mucho.

Colgó el teléfono tras despedirse y aparcó unos minutos después, afuera de la hermosa cabaña. Era un poco pequeña, aunque no tanto como la casa de Bianca pero aún así, era cómoda. Apagó el auto y se quedó mirando embobado a la dueña de sus pensamientos, levantó su mano para acariciar su mejilla, haciendo que la joven soltara un suspiro entre sueños.

Salió del auto y lo rodeó para luego abrir su puerta y tomarla en sus brazos cuidadosamente. No quería despertarla, ella parecía cansada.

Caminó con ella hacia la cabaña y luego de abrir la puerta, entró y cerró. Aún en sus brazos, fue hasta una de las habitaciones, la más grande de todas y la depositó en la cama. Admiró su cuerpo, esa mujer lo encendía con solo mirarla.

Hermosa, simplemente hermosa con su cabello castaño suelto, cayendo como una cascada sobre sus pechos. Sus labios rojos y deseosos de ser besados, sus piernas al descubierto gracias a la fina falda de tubo que llevaba, hacían que sus manos picaran por recorrerlas junto a todo su cuerpo. Le quitó los tacones para que estuviera más cómoda y empezó a desvestirse.

Él también estaba cansado, por lo que decidió quitarse toda la ropa y quedar en bóxers para dormir junto a ella.

El suave olor de su perfume se apoderó de sus sentidos y pronto su pene se empezó a despertar, prensado en la tela de su ropa interior. Lo acomodó para girarse y contemplarla en toda su extensión, no se cansaba de verla. Sabía perfectamente que sus sentimientos hacia ella estaban creciendo y todo podía verse más complicado, pero no quería desaprovechar la oportunidad que tenía de estar con ella, aunque en el fondo le doliera que ella no sintiera lo mismo que él, se dijo para sus adentros que debía disfrutar y hacer del momento, lo más largo posible. Se quedaría con ella todo el fin de semana, le haría el amor como estaba anhelando y quizás, muy quizás, le confesaría sus sentimientos.


***

—¿Masson? —susurró Bianca entrando al baño, tras escuchar el agua caer.

El reflejo del cuerpo de Tobías a través de la puerta de cristal de la ducha, empañado por el vapor del agua caliente, hacia ver una imagen erótica y demasiado provocadora. Sus sentidos se dispararon y ella mordió su labio inferior para no gemir ante la imagen de él, enjabonando su cuerpo.

—Puedes pasar y bañarte conmigo Bianca. —dijo Tobías. Su miembro estaba erecto, duro y palpitante, al saber que ella estaba del otro lado. La idea de ellos bañándose juntos, lo hacía querer tocarse, pero más se le antojaba salir, sin importarle mojar todo a su paso y desnudarla para meterla junto a él bajo la ducha y hacerla gemir de placer.

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