Quisiera que se me recuerde con estas últimas palabras

7 2 2
                                    

   Yo, tumbada horizontalmente, siento una presencia, mi alma tal vez, dentro de mi Ser intentando huir. Retorciéndose de dolor e ira, que arquea su espalda y comienza a despegarse de mí.
    Primero, me acaricia las manos, dejando una imperceptible huella, una ligera marca allí donde posa sus dedos, dejando mi existencia vacía. Luego, se asienta sobre mi pecho y sus garras se aferran casi con desesperación a mi cuello... No detiene su martilleo constante en mi cabeza, mordiéndome los ojos y susurrándome sensaciones de vacío, confusión y mareo...
    Me siento desfallecer, impotente al no tener esa energía que movía mi pesado cuerpo...
    Sus piernas, se entrelazan con las mías, no con sensualidad erótica, sino posesivamente enfurecido. Parece como si mi parte concupiscible, como decía Platón, quisiera matar al auriga y desbordar el carro hacia el Hades...
    Mejor supongo; sólo entonces conocerá qué es estar fuera del cuerpo y conocer el lugar al que pertenece... Espero que, en su viaje, encuentre a Dante y que él y su Maestro le enseñen la plaza donde reposará por la Eternidad...
    Pero el sabor amargo y seco del tabaco en mi boca le enfuerece aún más, sabiendo que todavía me queda un resquicio de tiempo, haciendo que vuelva del Inframundo para afligirme dolor de nuevo.
    Ahora continúa con mi vientre, abriéndolo y desgarrándolo con sus terribles uñas, cortando la carne y revolviéndola como si de comida podrida se tratase.
    Impotencia. Dolor. Angustia.
    Sube como un amante excitado por mi pecho, abriéndolo ferozmente, clavando sus garras en mis pulmones y corazón dejando que la sangre lo inunde todo. Aprovecha para mirarme a los ojos con sus cuencas vacías.
    Yo, aterrada. Alma sosegada.
    Con un puño y sus zarpas, me arranca la nariz y comienza a abrir, excavar por mi tabique dejando que la sangre mandase como un fuente.
    Una vez divertido, el espíritu lanza un profundo y aterrador grito gutural, que hace que me estremezca y que mis ojos se inunden de sangre y lágrimas.
    Miedo. Ira. Olvido.
    Parece que se ha cansado...
    Alma. Grito. Llanto.
    Decide volver a dormir, no sin antes apretar mi corazón haciendo que la sensación de angustia me recorra desde las puntas de los dedos hasta mi boca, pasando por mi centro. Luego, reposa como un niño inocente a mi lado.
    Despierto de un sobresalto.
    Ansiedad. Respiración. ¿Viva?
    Alzó mi mirada, más allá de la Tierra, el Cielo o el Vacío y musito una sola palabra.
    ¿Dios?
    No hay respuesta...
    Sólo entonces miro la barca en la que se había convertido mi cama; miro a su capitán, hablando distraída, adormecida, cansada y mustia como los pétalos de la efímera rosa...
    "Caronte... ¿iba a morir?"
    Sin respuesta, el barquero seguía remando imperturbable sobre las aguas del Estigia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 17, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mis últimas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora