"Nos vamos a ir al infierno" confesé. Te reíste pegado a mi boca, juro que lo hiciste. Media hora después pude comprender que desde el momento que entraste a mi vida ya yo estaba en él. No había forma de escapar, no mientras tu siguieras junto a mi y dudo mucho que pudiese alejarte. Quizás si, pero nunca pensé en ello. No hasta ahora. No mientras vivía pegada a tu calor. Eras la mala vida, mi amor. Eras la misma destrucción. Tu y tu amor en blanco solo me atacaban, solo me condenaban. Todos lo advirtieron, todos hablaban de como hacías sufrir. Yo quería sentirlo en carne propia, quería terminar hecha cenizas solo para darme cuenta de cuan malo era todo tu desamor. Porque solo eso fue. Tu no tenias amor, al menos no guardado dentro de tu corazón y mucho menos para mi. Tu amor vivía allí. ¿Lo sabes? Dentro de tu cabeza. En tu forma de manipular lo malo que hacías, en como regresabas a mi vida porque estabas dispuesto a mancharlo todo, incluso mi alegría. Tu y tu desamor fueron míos, quizás no. Yo nunca lo fui, aunque mil veces te burlabas de él jurando que si. Nunca lo fui, incluso aunque mil veces creí que si. Nunca fue nada, nunca existió. Fue un cruel cuento de hadas que ningún niño nunca leyó, nadie nunca anhelo nuestro final, siquiera algún comienzo como el nuestro. No fuimos ni breves ni por momentos, nunca nada, siempre lejos, nunca juntos.
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La tristeza es un hueco sin emociones.
PoesiaSomos fantasmas condenados a seguir sufriendo aun incluso después de la muerte.