SeokJin no volteaba a ver a YoonGi en el escenario, ni en las entrevistas. Se concentraba lo más que podía en Tae-Hyung, intentaba olvidar todo lo sucedido. Tae-Hyung lo sabía, sabía por qué lo miraba tan fijamente, pero, sobre todo, comprendía aquella mirada vacía y expectante. Comprendía que sólo lo miraba porque así no miraría a YoonGi, también comprendía que lo miraba con la esperanza de poder enamorarse de él. Incluso si eso fuera un imposible. Sin embargo, mientras Jin intentaba perderse en el rostro de Tae, YoonGi no paraba de mirarlo a él y frotar el anillo en su dedo, lo miraba esperando que su esposo le regresara el gesto, pero jamás parecía ceder. Para compensar la atmósfera extraña que ocurría cuando SeokJin miraba a TaeHyung, el menor hacía gestos chistosos y Jin comenzaba a reírse. Era una buena manera de olvidarse de muchas cosas, con sonrisas un tanto banales y, al mismo tiempo, balsámicas.
SeokJin y Tae-Hyung se parecían bastante. A diferencia de YoonGi, Tae siempre estaba dispuesto a jugar con Jin e incluso a reírse de sus chistes malos. Siempre había sido así, y eso le agradaba. A Tae le agradaba que Jin cantase en la ducha, a Tae le agradaba que Jin se aferrase a él mientras dormía, a Tae le agradaba la suma atención que Jin le proporcionaba. A Jin le agradaba la disposición de Tae, su buen humor, que fuera fácil de entender lo que quería porque no les daba rodeos a las cosas, también le gustaban las canciones que hacía, a pesar de que no todas las aceptaban para las versiones de estudio. De igual manera, Tae le daba nuevas aficiones a SeokJin, lo hacía reír casi siempre, lo abrazaba incluso enfrente de todos, le dejaba llamarlo de la manera que quisiera. YoonGi era bastante quisquilloso con esas cosas.
Desayunaban siempre juntos, se levantaban una media hora antes que los demás para poder hablar a gusto. Mientras bebían té, generalmente, se miraban y jugaban a permanecer inexpresivos hasta que alguno cediera. A Tae le gustaba retar a Jin, su juego era simple: consistía en mirar al otro hacer gestos extraños aguantando las ganas de reírse. No hace falta mencionar que Jin perdía y que Tae se regocijaba del poco control de su hyung sobre sus emociones, pero, en realidad, la razón por la que a Jin le gustaba ese juego era por ser la manera más genuina de reírse.
Una noche, mientras NamJoon se encontraba en algún otro lugar, Jin decidió enseñarle su cuaderno de poemas a Tae. No tenía pensado enseñárselo a nadie porque ese iba a ser un regalo para YoonGi, pero las cosas habían cambiado y ya no tenía por qué retenerse. Le dijo a Tae que esperara un momento, debía ir a su habitación por este. Su plan hubiera sido lo más simple del mundo, ir directo a su mesa de noche, abrir el cajón, extraer la libreta y salir. No había por qué ponerse nervioso. No cruzaría la mirada con Min YoonGi ni tampoco tenía la necesidad de hablarle. Sin embargo, cuando entró al cuarto, YoonGi estaba en su cama, acurrucado entre las sábanas y leyendo la misma libreta que iba a buscar. Se miraron por un momento, los ojos del menor estaban rojos. Jin tragó saliva.
En la libreta de poemas, cada uno tenía un encabezado. Había fechas, la primera databa de tres años atrás. Casi todos los encabezados decían Para: YoonGi, otros más decían Para: La Luna, y había unos que decían Para: Min SUGA. Todos eran bellos, pero, de alguna manera, se sentía como si esos poemas ya no estuvieran dirigidos hacia él. Como si hubieran pasado a otra dimensión, y YoonGi se sentía demasiado abatido por esto.
—¿Cuándo pensabas darme esto?— dijo mientras bajaba la libreta y se limpiaba las lágrimas. No era momento de ocultar el llanto, tampoco los sentimientos. No tenía por qué ocultarle algo a SeokJin.
—El año entrante— dijo SeokJin sin más. Sintió el usual nudo en la garganta, pero eso ya había terminado. Todo ya había terminado. Con decisión, se acercó a él e intentó tomar la libreta de la manera más calmada posible. Su plan se vio frustrado ya que YoonGi aprovechó la acción y le tomó la mano.
—Quédate aquí, por favor— le rogó— Sé que me porté como un idiota, discúlpame.
—No voy a regresar contigo, alguien tan poco talentoso como yo no merece a alguien tan talentoso como tú—dijo con un poco de ironía, pero, a la vez, con una sinceridad tan penetrante que hizo que Min YoonGi se sintiera como el bicho más horrible de todo el universo. Jin tomó su libreta y se dio la vuelta. Caminó hasta la puerta, antes de cerrarla, YoonGi le dijo:
—Al menos esta noche. Es lo único que te pido.
—Está bien— le dijo. Mandó un mensaje a Tae, le dijo que había surgido un imprevisto, pero que no se preocupara, que llegaría un poco más tarde. Jin se recostó junto a YoonGi, ninguno se dirigió la palabra durante un momento.
—En verdad lo siento.
—Acepto tu disculpa.
—¿En serio? — preguntó, incrédulo.
—Sí, pero eso no significa que sigamos siendo novios. O esposos, o lo que sea.
Y no volvieron a pronunciar palabra alguna. SeokJin estaba junto a él, pero su calidez parecía haber sido absorbida por algún ente maligno. Era más como un espectro, un espectro de lo que podían haber sido y nunca fueron.
SeokJin permaneció despierto hasta que YoonGi se durmió, luego se deslizó con destreza, sin hacer ruido. Se llevó su libreta y fue a la habitación de Tae-Hyung.
YoonGi no había podido conciliar el sueño, lo que él quería era poder acurrucarse una última vez en los hombros de SeokJin, pero había una barrera tan gélida que le daba miedo congelarse al cruzarla, o peor, que SeokJin se alejara para no tener contacto con él. Fingió dormirse, luego sintió cómo su compañero se iba. Lo único que quedó de ambos fueron unos papeles casi vacíos, dos anillos y un último poema.
—¡Jin-hyung! ¿Pasó algo?
—No, nada, sólo que ya se terminó. ¿Quieres que te recite algo? —asintió. Se sintió aliviado, Jin-hyung ya no parecía estar tan afligido. Se sentó, expectante. Jin terminó su saludo con un tierno beso, luego comenzó a recitar el poema número veinticinco.
Cuando SeokJin revisó su libreta, se dio cuenta de que había una página arrancada. En la página siguiente, había un mensaje:
Jamás dejaría ir a alguien tan talentoso como tú
-Min YoonGi
Se había demorado tanto en hablar que Jin ya se había deslindado por completo. Guardó esa nota en un lugar importante, como una frágil reminiscencia. Sin embargo, no volvió a escribir un poema para Min YoonGi. Mientras tanto, la mayoría de las canciones de YoonGi hablaban sobre SeokJin. A él le quedaban dos bonitos anillos, un papel que confirmaba su relación, pero todo eso no tenía sentido si SeokJin no los reconocía.
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colored rings ; yoonjin
Short StoryDos coreanos ebrios en las Vegas, uno frustrado y el otro caprichoso, ¿qué podía salir mal? || Esta obra forma parte del proyecto MoreAllXJin / Breaking Laws! ||