Prólogo

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Ah, Rapunzel, no había niña alguna que no quisiera tener tu largo cabello que fácilmente se te llenaría de incontables nudos. El clásico cuento de la princesa cautiva en una torre a tenido muchas versiones a lo largo de la historia. Algunas de estas son oscuras, sangrientas y macabras, que al escucharlas a mas de uno lo dejo con un pequeño trauma, otras nos presentan una bella historia de amor, pero este no es el caso, porque aquí te traemos "La Rapunzel y su greñero... a nuestra version" (la cual no es muy normal). Esperemos que no nos demanden por copyright [lo cual es probable :'v].

*~*~*~*

Hace mucho tiempo en un reino muy lejano para los occidentales, existió un reino gobernado por dos reyes muy infelices. La reina era lo que conocemos como un "demonio", y no solo por ser cruel y despiadada, no señor, sino porque realmente lo era. Gracias a que el príncipe había mandado a matar a los demonios del reino, esta había quedado huérfana. Una noche, esta ataco el pueblo, incendiando las viviendas y gran parte del bosque (no murió nadie porque todos estaban en el castillo celebrando el cumpleaños de cierta persona). Así que el príncipe le pidió matrimonio y le concedió la mayor parte del reino, a cambio de que dejase de quemar todo lo que estaba a su paso. 

Y pues... seamos sinceros, le convenía, así que se casaron. Tiempo después la emperatriz quedo embarazada, pero enfermo (se resfrió), cosa que era imposible en demonios por lo que de inmediato supieron que era algo muy grave. El rey, para evitar que su esposa destruyera el reino nuevamente, mando a buscar un antídoto a sus males.

En medio del bosque, una bruja cultivaba marihua--- digo, cultivaba una flor que era común en el inframundo, y ella lo que quería era probar si esta podía existir en la superficie. Uno de los guardias que acompañaban al rey vieron a esta bruja con la flor, provocando que esta huyera despavorida, pensando que la iban a arrestar y/o ejecutar por cultivar hierbas ilegales en la superficie. La flor, olía a muerte (olía muy mal) y tenia una apariencia venenosa por lo que se le vino una idea al rey.

Llevaron la flor al castillo y la hicieron caldito, el cual le dieron de beber a la demonio, pensando de que con eso la matarían de una vez por todas. Lo que no sabían es que, al venir del inframundo, la flor curaba a las criaturas de este lugar. Que ironía. La reina sano, y dio a luz a dos gemelos. Un varón, quien era un demonio, y una niña, la humana. Los reyes pensaron que ambos eran niñas al principio, hasta que se dieron cuenta de que el gemelo tenia... evitemos entrar en detalles.

La bruja, enfadada por que le robaron su experimento, se colo en el castillo al anochecer, buscando la flor demoníaca... pero en cambio encontró a los dos gemelos. Aun mas enojada, tomo al pequeño demonio (el que tenia los poderes de la condenada flor) y huyo. Regreso al bosque donde vivía y escondió al bebe en una torre. A la mañana siguiente, el rey fue a ver a sus hijos, encontrando solo a la gemela menor.

 —Oye, ¿Que no teníamos dos hijos? —le pregunto temeroso a su esposa, quien asintió con la cabeza—. Es que... no encuentro al otro.

—¡¿Que?! —la mujer de cabellos blancos se acerco a la cuna y, efectivamente, no estaba uno de sus hijos—. Oye Rogelio, ¿Sabes lo que esto significa? —pregunto con una voz aterradora, su marido negó con la cabeza—. Significa... ¡Que tenemos uno menos! —grito mientras abrazaba a su esposo, quien seguía sin entender un comino.

Los años pasaron y el joven fue criado por la bruja, quien quería una hija no un varón, por lo que trato al pobre como si de una mujer se tratase. Todo para cumplir con el sueño de su madrastra. A unos pocos días de sus quince años, la madre anhelaba hacerle una quinceañera (a de ser mexicana), pero por supuesto que su hijastro se negó a esto.

—¡Me niego a esto! [:v]

 —¡Pero hija!

 —¡Que no me diga así, madre! ¡Soy varón! ¡Y usted sabe porque! —la madre enmudeció y suspiró pesadamente.

—¡Bien, trapito! (?) —se sentó en una de las sillas alrededor de la mesa y apoyó su cabeza en esta—. ¿Qué quieres para tu cumpleaños?

—Esperaba a que lo preguntarás —respondió con una sonrisa en sus labios [tipo Jeff the killer ;v]—. Este año quiero algo diferente.

—¡¿Qué?! ¿No te gustan las ratas de campo que tu madre cazá con tanto esfuerzo? —el joven le dedicó una mirada seria, y continuó.

—Para mi cumpleaños quiero algo del pueblo, ¡Quiero una escultura de madera!

La bruja miró de pies a cabeza a su hijastro, decepcionada.

—¿En serio?

—¡Si! ¡Quiero una de esas esculturas de las que me hablaste una vez! —la habitación se encontraba en completo silencio, más por parte de la mujer de cabellos rojizos—.

—¿Las que venden en aquel pueblo?

—Ajá ¿Podrías traerle una a tu hijita? —preguntó casi suplicando, imitando a un cachorro hambriento.

Fastidiada, la mujer tomó su canasta y le indicó que se acercará al balcón que había, pero antes de bajar le preguntó una última vez.

—¿Seguro de que eso es lo que quieres?

—Estoy seguro de ello, no tienes que questionarme tanto.

—Está bien, bajamé.

El muchacho asintió con su cabeza y siguió las órdenes de su madrastra. Que te jalen el cabello es doloroso y más cuando una persona se cuelga de este, razón de porque el muchacho estaba al borde de las lágrimas para cuando la señora por fín bajo al campo [pobre Rapunzel]. Gothel sonrió forzadamente y movió su mano de lado a lado en señal de despedida, el joven hizo lo mismo apesar de que los ojos de ardían.

Vió como la mujer arrastraba su largo vestido por el campo hasta entrar en el enorme bosque y perderse de vista, muy bien, era hora de actuar. De un baúl sacó varias sábanas atadas entre sí y la colocó en el balcón, atandolas a uno de los barrotes con firmeza. Tomó una canasta consigo y comenzó a bajar, usando las sábanas como si fueran una escalera de mano. A menos de tres metros del suelo la "escalera" se soltó, y el muchacho cayó de espalda contra el suelo.

Después de un rato se levantó adolorido, ningún hueso roto, excelente. Por fín estaba fuera de esa espantosa torre, por fín podría conocer el mundo por su cuenta... o al menos una pequeña parte de este. La canasta tenía lo necesario para varios días más por lo que pasar hambre ya no era un problema, el único problema era... ¿en realidad importa Gothel no iba a regresar de un día para otro, de hecho, no iba a regresar en mucho tiempo. No era como si supiera donde se encuentra todo el rato.

Una historia no tan descabelladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora