El amor duele, pero al final...

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No estoy muerto.

Por alguna razón ese es el primer pensamiento que viene a mi mente mientras reconozco el techo de mi cuarto. Parpadeo llevando mi mano derecha hacia mi cara para refregar mis parpados que se sienten extrañamente pesados, como si no hubiera dormido en días. Luego recuerdo mi confinamiento en el taller y que solo dormí una pequeña siesta para compensar esas noches en vela y creo que eso lo explica. Pero también siento una puntada de dolor en mi abdomen, como si me hubieran golpeado repetidamente en ese lugar...

Steve.

Ramero.

Confesión patética.

Oh... lo recuerdo todo.

Bueno, no exactamente todo. No tengo registro en mi mente de la parte en la que Rogers me apaleó espectacularmente. Deduzco que debo de tener una contusión cerebral por sus puñetazos. Aunque no sé por qué huele a ratón muerto, más específicamente mi boca huele a roedor muerto. Tal vez quedé comatoso y estoy despertando días, semanas, meses o años después. Tal vez el tiempo haya hecho que el enojo de Steve disminuya y que los demás olviden aquello.

No creo tener tanta suerte y me doy cuenta cuando llevó ambas manos a mi rostro que en mi brazo hay una intravenosa conectada a un suero junto a mi cama. Mierda, Rogers de verdad intentó matarme.

─No, no lo saque─ una voz femenina me detiene cuando pretendía quitarme esa aguja del brazo. Levanté una ceja intentando no mostrarme tan confundido por la presencia de la novia de Thor en mi cuarto ─Soy Jane Foster, no pude presentarme bien antes.

Asentí en reconocimiento, ella estuvo presente durante ese desastre. Sigo viéndola expectante, aunque tengo más ganas de ir al baño a sacarme este mal sabor y olor de mi boca.

─Deja que el suero se acabe, estas deshidratado y hay antibióticos en él también─ me sonrió amistosa ─. Tiene una equipada sala médica aquí, eso fue bueno ya que por su intoxicación yo sugerí llevarlo al hospital. Los demás no lo permitieron, dijeron que tenían todo lo necesario para tratarte aquí...

─Espera─ la interrumpí ─¿Intoxicación?

─Sí, una muy fuerte. ¿Qué estuvo comiendo en los últimos días?

─Mantequilla de maní─ murmuré acusadoramente recordando esa pasta color caqui. Jamás volveré a comer esa porquería, ni que fuera rica en primer lugar.

─Había una ficha médica suya y hablaba sobre...

─Sí, lo sé. Debo dejar el alcohol por mis riñones. Lo estoy haciendo.

─Entonces no bebió nada de alcohol en estos últimos días.

─Una botella─ ella frunció los labios ─No dije que lo estaba haciendo bien.

─No solo tiene que dejar de beber, también necesita una dieta balanceada y dormir las horas necesarias.

Ten el mundo sobre tus hombros y luego dime que intente dormir, comer y no arraigar un vicio después.

Quería decir eso pero cuando me senté correctamente mi abdomen dolió como si me patearan y mi cabeza comenzó a dar vueltas. Esto es peor que una resaca.

─Te daré algo para el dolor─ escuché y la miré mientras se disponía a salir del cuarto pero se giró y me miró a la cara ─Mira, no te conozco y puedes mandarme al diablo si quieres pero de verdad necesitas cuidar mejor de ti. ¿Estás dejando de beber? Bien, tus riñones e hígado te lo agradecen. Pero ya están dañados y al no tener una buena dieta en poco tiempo vas a presentar problemas por ello.

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