Sucesos luego de una epifanía

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─Estoy bien─ reafirmé recobrando la compostura. Mi sonrisa vaciló y Rogers se dio cuenta, pero antes de que pudiera hablar nuevamente me adelanté poniéndome de pie fingiendo estar apurado de repente ─Dios... Pepper debe estar echando humo por las orejas, tendría que estar en una junta en unas horas pero antes ella siempre quiere que repasemos todo minuciosamente. Haré un altar en honor de la señorita Potts, oh no, eso se hace en honor de la gente cuando muere y no quiero que Pepper muera. La empresa se iría al demonio y no estoy diciendo que solo la quiero con vida porque la necesito como mi fiel asistente porque también es mi amiga y la adoro. Tal vez no tanto cuando me grita o me golpea con sus carpetas y en una ocasión con su tablet... ¡Cosa que hará hoy porque estoy aquí hablando contigo! Así que adiós Cap, nos vemos... Nos vemos cuando nos veamos.

Me giré encarando la salida de la cocina, chocando miserablemente con una estúpida silla que estoy casi seguro que antes no estaba ahí haciendo que se me escapara una palabrota seguida de una risa nerviosa.

¡Qué pasa conmigo!

No había ninguna junta a la cual asistir así que la cara de incredulidad de Pepper al entrar a mi oficina, sin tocar primero, para comprobar que la noticia de que su jefe deambulaba en la empresa no era mentira fue esperada.

─¡¿Qué sucede?!

La miré arqueando una ceja. Al contrario de la creencia popular no soy tan irresponsable. Me siento un poco ofendido por la expresión de Potts por mi presencia.

─¿Qué? ¿Acaso no puedo venir a mi propia empresa?─ Inquirí sentándome con la espalda recta. Dejando atrás mi pose anterior en la cual la parte superior de mi cuerpo estaba literalmente desplomada sin mucha gracia sobre mi escritorio.

Pepper entrecerró sus ojos antes de acercarse y sentarse frente a mi escritorio en una de las sillas frente a éste.

─Creo que lo sabes, pero aun así te lo digo para que te quede claro: puedes decirme lo que sea Tony─ declaró seriamente como si hablara sobre un negocio del que dependería el futuro de Stark Industries ─. Digo... bueno, creo que soy tu amiga al ser una de las dos personas a las que revelaste tu secreto. Pero si estoy equivocada dímelo ahora y no te preguntaré por tu apariencia deplorable, tus ojeras de mapache o tu mirada de cachorro perdido.

Bien, si me mirara al espejo ahora mismo podría apreciar mi traje mal arreglado. Mi cabello desordenado. Y las ojeras que desde hace meses no se muestran en mí desde que encaminé mi vida hacia el camino que pienso y es el correcto.
Aunque esta vez mi falta de sueño se debió a que pasé la noche en la cocina pasando por una epifanía.

─No tengo la mirada de un cachorro perdido─ resoplé deslizándome como un gusano por mi silla.

─Ya déjalo salir Tony─ me sonrió más amistosa y no sé si se debía a que me siento patéticamente miserable por el descubrimiento de mis sentimientos (por los cuales podría seguir viviendo felizmente ignorante de ellos) pero terminé contando detalladamente mi gran autodescubrimiento.

Pepper soltó una carcajada en mi cara luego de asentir en silencio repetidas veces durante mi relato.

─Lo siento, disculpa...─ se limpió una lágrima sin borrar su sonrisa mientras levantaba una mano para impedir que la echara de mi oficina o que la despidiera por ser desgraciadamente insensible.

Fruncí el ceño cuando ella paró de regodearse de mi miseria y pareció querer hablar, pero no.

Soltó otra carcajada.

─Está bien, perdón, perdón─ levantó ambas manos cuando notó que estaba por decirle una ingeniosa forma de despedirla ─Déjame ver si entiendo.

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