I:My inmortal love

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Narradora:

Cuando por fin despertó de esa larga y tormentosa pesadilla, Yuuri estaba demasiado agitado y sudoroso, su pecho subía y bajaba demasiado rápido, trato de tranquilizarse sin conseguirlo, hacia demasiado frío, no por nada Rusia era uno de los lugares más fríos del mundo; eran las tres y media de la mañana y no lograba reconciliar el sueño; se levanto de la cama y se dirigió lentamente a la ventana, al abrirla el viento golpeaba su rostro suavemente, el verano ya se encontraba presente pues se dejaba ver una brisa caer uniformemente sobre el césped y el cerezo junto a la ventana, esa clase de vistas era muy apreciada por el japonés, a pesar del frío que tenía por el agua que caía en su rostro, no se apartó de ahí ni un solo segundo, esa vista lo ayudaba a relajarse pues estaba muy estresado últimamente, permaneció ahí hasta que los rayos del sol comenzaban a cubrir todo a su alrededor; cerro la ventana y se metió nuevamente a la cama, esta vez el sueño lo derroto.

Cayó en un profundo y extraño sueño, bastante diferente al anterior, esta vez, en lugar de estar en un cuarto obscuro y frío, estaba en una habitación bastante luminosa de color blanco, podía sentir la suave y delicada tela de seda que se deslizaba a su alrededor; el melodioso sonido de las teclas del piano siendo tocadas hermosamente, el cálido aroma a perfume que se desprendía de las habitación hasta llenar sus pulmones, todas esas sensaciones lo llevaron a experimentar una gran sensación de placer antes de encontrarse con un joven de cabellos plateados, de una mirada profunda y tenue que le hizo sentir una extraña calidez, sus ojos eran color azul, semejantes al inocente y suave mar, su piel era ten blanca y pura como la nueva misma y sus mejillas se veían levemente rosadas, era raramente tierno y apuesto a la vez, simplemente era un joven encantador.

Aquel chico se veía muy elegante, portaba un traje de gala blanco, una corbata y zapatos de vestir negros; un saco blanco y dejaba lucir una enorme y encantadora sonrisa. A pesar de estar totalmente dormido, Yuuri pudo sentir sus mejillas arder debido a un notorio sonrojo que se formo en su rostro; bajo la vista un momento y luego de acomodar sus lentes pudo observar a el peliplata mucho más cerca de él, encontrándose tan solo a un par de metros de distancia, cada vez acercándose más y más a el hasta quedar uno frente al otro.

En un ágil movimiento por parte del peliplata, logró sujetar al japonés por la cintura y acercar su cuerpo hacia el suyo, eso fue algo verdaderamente extraño para el japones ambos estaban con sus frentes y sus narices unidas, al aliento de ambos chocando y combinándose con el aroma de la habitación; el pecho de ambos subía y bajaba al mismo compás que el sonido del piano antes de que sus rostros se acercaran aun más para que sus labios rosaran delicadamente un par de veces.

El sonido del despertador lo hizo reaccionar; su corazón latía a mil por hora, sintió su rostro arder y un leve cosquilleo recorrió su abdomen y después su cuerpo entero. Ahí fue cuando se percato de que todo había sido un sueño; se decepcionó un poco al saber que aquel joven era solo un producto de su grande e ingenua imaginación; a pesar de haber sentido una extraña conexión con él y, aunque sonara extraño, incluso sentía que ya lo había visto en alguna parte, y aún sentía la sensación del rose de sus labios con los contrarios, una parte de su mente le decía que aquel chico era real; pero la otra parte de su mente le decía que se olvidara de ello; un sentimiento de enojo lo envolvió, no entendía porque estaba tan furioso por un simple sueño, pero luego de unos segundos de meditarlo su mente le jugo una mala partida haciéndole preguntarse miles de cosas como.

-Y si no fue un simple sueño?, Y si aquel chico era real?- estas y más preguntas lo llenaron de curiosidad y de rabia, pero ese no era un buen día como para frustrarse tan rápido.

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