~6~

53 6 3
                                    


Andamos en silencio por el mismo camino que habíamos recorrido tiempo antes. Ninguno de los dos genera ni el más mínimo sonido.

Se enciende otro cigarro y lo toma con calma, dando largas y profundas caladas que parecen relajarle. Tiene los dedos algo rojos por el frío, igual que la nariz y sus labios, los cuales tiene algo cortados.

"¿Qué pasa?"- Pregunta y me mira con media sonrisa.

"Pareces estar helado."- Digo sin pensar y me observa curioso.

"Lo estoy."- Suelta el humo del cigarro.-"Mira."- Dice y abre la boca, echando algo de vaho, dejando que se mezclara con el aire congelado haciéndose visible.-"De pequeño pensaba que esto era como fumar." 

"Parecido."

"Fumar es una mierda."- Se encoge de hombros y da otra calada.-"Debería dejarlo, pero es lo único que hace que pueda mantenerme relajado la mayor parte del día."

"Puede que debas encontrar otro pasatiempo, algo más sano."- Asiente.

"También me gusta leer."- Me mira y sonríe.-"Estos días que he estado yendo a tu tienda... La verdad es que me das envidia."

"¿Envidia?"

"Sí, tienes tu pequeño rincón, tu espacio. Tienes un sitio en el que aislarte de todo y de todos... Tienes miles de historias a tu alcance."- Tira la colilla al suelo en cuanto salimos del pequeño bosque, apagándolo con el pie.-"Me encanta estar allí."

"¿Te apetece ir?"- Ofrezco no muy segura  y me mira, pareciendo un poco confundido, pero asiente.-"Allí está la calefacción y no sé, puede que sea mejor que estar aquí."

"Genial."

Llegamos a mi pequeña, pero increíble, librería y entramos. Había dejado la calefacción puesta al irme para que estuviese caliente cuando llegara y así estaba. Ambos nos quitamos la chaqueta y las dejo sobre el mostrador.

"Dame un momento."

Subo a la planta de arriba, a mi pequeño apartamento, y saco algunos paquetes de sándwiches que tenía en la nevera, bajándolos junto a un par de botellas de zumos al recordar que llevábamos bastante tiempo juntos y que ninguno de los había comido, aunque la verdad sólo me había preocupado él.

"No creo que hayas comido en todo el día y aunque no es mucho, espero que te guste algo de esto."- Le muestro mis manos cargadas y sonríe.-"Como estoy sola no suelo cocinar mucho y esto es lo único que tengo."

"No tenías por qué."- Alcanza las cosas antes de que se me cayesen.-"Muchas gracias, está genial."- Asiento y llevamos las cosas a una de las mesitas frente a los sillones.

"Puedes mirar lo que quieras."- Señalo todo el local y comienza a andar.

"Me siento privilegiado."- Dice caminando por uno de los pasillos, observando las estanterías.-"Muchas veces me gustaría tener más tiempo para emplearlo en esto, en leer."

"Demasiados libros y pocos días."- Añado y asiente despacio.

"¿Cuál es tu favorito?"- Pregunta girándose.-"Sé que seguramente tengas varios en tu lista, pero quiero saber el primero. Si sólo pudieses elegir uno, ese."

"Elegiría este."- Hablo y comienzo a andar, dirigiéndome al final de la sala, alcanzando uno de tantos libros del estante y se lo ofrezco.

"100 días de felicidad... ¿Sobre qué va?"- Pregunta curioso sosteniéndolo entre sus manos.

Señalo los pequeños sillones y ambos nos sentamos, quedando con un espacio libre entre los dos, y empezamos a coger algo de comida.

"Sin contarte demasiado sobre la historia por si decides leerlo alguna vez,  el protagonista descubre que tiene cáncer y le quedan alrededor de cien días buenos hasta que su enfermedad empiece a hacerle daño visible y acabe con sus fuerzas, por lo que decide cambiar su estilo de vida."- Hablo y me mira en silencio, como si de verdad le interesaran mis palabras.-"Decide aprovechar esos cien días para hacer todo lo que le hace feliz, todo lo que quizá no habría hecho sin saber su enfermedad. Decide aprovechar su vida y hacer todo lo que siempre quiso, pero para lo que nunca supo sacar tiempo."

Entre el pasado y el presente, tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora