El primer sol ya se ocultaba en el horizonte, y la jaula de Alsan ya estaba preparada. Shail fue en busca del príncipe, que se encontraba en una de las salas de entrenamiento hablando con un soldado joven. Seguramente hablaban sobre consejos de lucha, para variar. Este dejó que el joven siguiera entrenando, y se acercó al mago.
-Enciérrame ya, dentro de poco empezará la transformación.
Fueron juntos al sótano, donde se encontraba la estrecha prisión, y el caballero se metió dentro de ella. Cerrada la puerta con cerrojos y cadenas, el mago se alejó y observó la habitación como si fuera la primera vez que la veía. Las paredes eran de un material idhunita paecido al acero, y la único que comunicaba el interior de la celda con el exterior era una pequeña ventanucha de un cristal flexible como la goma.
La metamorfosis comenzó. Alsan empezó a embestir las paredes de su prisión, y Shail, a intentar frenarlo. Sufría con cada grito de dolor del licántropo, y prefería no mirar a través de la ventanilla... La noche se le hizo larga y tediosa, como si fuera él el que estuviera convirtiéndose poco a poco en un lobo.
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El naranja de la mañana asomaba saludando a los más madrugadores (o trasnochadores). Los golpes del sótano empezaron a debilitarse. Shail cayó rendido al suelo, medio muerto de cansancio, y logro ver a su amor encogido en el suelo, con heridas de los últimos golpes todavía recorriendo su espalda y brazos, antes de adentrarse en un profundo sueño reparador. Qaydar y un grupo de feéricos entraron en la sala.
-Ha sobrevivido-. Anunció el archimago -Ahora, lleváoslo. Yo me encargaré de su majestad.
Se acercó a Alsan, y se disponía a moverlo con un hechizo de levitación, cuando este empezó a susurrar de forma casi ininteligible:
-No quiero volver a ver aquí a Shail. Su vida corre peligro.
-Shail es el encargado de mantenerte a raya. No hay más magos disponibles, tienen que guardar fuerzas para la batalla.
-Es una orden.
-Ya le he dicho que n...
-¡Que busquéis a otro mago, he dicho!
Alsan saltó hacia Qaydar, demostrando restos de impulsos bestiales. Sin embargo, su acompañante fue rápido y lo durmió antes de que pudiera siquiera rozarle un solo pelo. Miró con pena el rostro enfadado del hombre-bestia, y lo llevó a su habitación para que reposara.
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Shail escuchó a la voz de Alsan gritar, y se despertó sobresaltado con respiración agitada. Pronto descubrió que había alguien sentado en una silla al lado de su cama.
-¡Zaisei! ¿Qué haces aquí? Pensé que...
-Los feéricos que te llevaban estuvieron a punto varias veces de estamparte la cabeza contra las estatuas, y preferí traerte yo aquí.
-Gracias, pero creo que no era necesario. No habría acabado peor de lo que estaba...
-Sé que mi presencia te incomoda-. Dijo la chica, mientras andaba hacia la puerta de la habitación y tomaba el pomo. Iba ya a cerrar la puerta tras de sí, cuando interrumpió su acción y le dijo unas últimas palabras a su querido mago:-Ten cuidado, Shail.
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El mago pasó todo el día durmiendo, aunque no pudo descansar tanto como hubiera querido. Los gritos y aullidos de su Alsan todavía resonaban en su cabeza, y pesadillas sobre lobos lo estuvieron atormentando incansablemente.
Aun así, llevó lápiz y papel consigo, por si acaso, pues no se fiaba de poder sobrevivir ileso a aquella noche. Escuchó decir a Qaydar que a cada luna llena que pasaba, los efectos de agresividad de la licantropía eran más fuertes.
El hombre-bestia entró a su celda de nuevo, y miró furioso al mago. El dichoso archimago había hecho caso omiso de su orden, y seguía siendo Shail el que lo vigilaba. No quería herirlo, no quería... Apartó la mirada, desechando los pensamientos que le acudían a la mente. El mago comenzó a escribir la carta, haciendo tiempo hasta que tuviera que entrar en acción.
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La metamorfosis empezó. Alsan empezó a gemir, cada vez más fuerte, y se convirtieron el gritos de dolor, y estos, en aullidos de lamento y sed de sangre. Esta noche eran más ruidosos que la anterior, más escalofriantes, casi estruendosos. Toda la fortaleza estaba en vela en esos instantes, y sus corazones, llenos, a rebosar, de angustia y temor.
El mago acumulaba energía por cada golpe del licántropo. La carta recién escrita reposaba sobre el suelo, en una esquina apartada de la habitación. Shail la miraba, cada vez deseando con más fuerza que su uso no fuera necesario. Parecía que ella le devolvía la mirada, y los sentimientos que abergaba le deban esperanzas de sobrevivir. Mas pronto los golpes fueron más y más fuertes, el instinto asesino que emanaba de ellos era más que suficientes como para intimidar al gigante más bravo.
La energía de Shail se esfumaba poco a poco, y unas horas más tarde, al mago le costaba seguir el ritmo. La pared de la celda se aboyaba cada vez más, cada vez parecía más débil, y el hechizo de reparación no era lo suficientemente rápido. El que relajaba un poco al licántropo también era menos eficaz por momentos, y le restaba eficacia al de reparación.
Quedaron extintos los intentos del joven cojo, y se encontró con los ojos del lobo, que lo penetraban hasta la más pequeña célula de su ser y lo hacían insignificante. La locura asesina lo había poseído, no había rastro humano existente en su rostro. Shail pensó en su amor, en el apuesto caballero de Nurgon que le sonreía todas las mañanas, en el príncipe de Vanissar que lo defendía y apoyaba en cualquier paso que daba, en el orgulloso pero bonachón hombre que se reía con sus chistes... Todo antes de que, rápido como un relámpago y sediento de sangre, el gran lobo pardo que solía ser un humano, sopló a la pequeña llamita titilante de la vida de Shail, y logró apagarla.
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Memorias de un mago
FanfictionAVISO DE SPOILER: ESTO ES UN FANFIC DE MEMORIAS DE IDHÚN, DE LAURA GALLEGO. NO LEAS ESTA HISTORIA A NO SER QUE HAYAS TERMINADO EL SEGUNDO LIBRO. EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR. La lucha del bosque de Awa se acerca, y a Alsan le preocupa algo más que...