El consultorio

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-"Ayuda, ayuda"gritaba yo, una niña de tan solo 12 años. Mi bicicleta resbalaba con los pozos de la calle y mas de una vez me había caído, a decir por las marcas en mis rodillas "Ayuda, ayuda."Iba por la avenida cuando perdí la vista en una casa, la cual  miraba con discreción ya que me era tan familiar. Con los ladrillos apilados unos encima de los otros, la enredadera que subía por la pared en forma de pájaro...Pero cuando volví la vista al frente, una camión paró frente a mi, y me tiró al frío suelo, dejándome inconsciente y con severos daños.

-¿Que sucedió luego?-preguntó el psicólogo.

-Desperté en un hospital sin recuerdo alguno de quién era, de dónde provenía. Mi infancia había desaparecido por siempre, y lo único que quedó es aquel recuerdo, la casa, los gritos, mis rodillas...solo eso quedó fresco en mi memoria. Ni siquiera tenía el recuerdo de mis padres, o de ellos diciendo adiós antes de dormir,  o el dulce cantar de mi madre a la hora se cocinar...

-¿Y...como fue adaptarse a este mundo?

-Fue difícil. Sentía que estaba sola y todo era extraño para mi.

-¿Cómo te encuentras ahora?

-Mejor, tratando de recuperar algo, en vano. Tengo 41 años. Pero ya estoy casada, sin hijos, y trabajo de oncóloga en el hospital de la Universidad de Princeton.

-¿Por qué no tienen hijos?

-Tengo una enfermedad en el útero que no nos habilita a concebir un bebé. Mi salud no ha sido de lo mejor en mi vida. Siempre hubo complicaciones con ella.

-¿Hubo alguna otra complicación? 

-Lagunas mentales, aparecieron luego del accidente, cuando entré en mi adolescencia.

-¿Qué fue lo que mas la asustó posterior al accidente? 

-El saber que podía rezar hasta quedarme sin cuerdas vocales pero que nada cambiaría en la mañana. Tenía miedo de perderme en mi propia casa. De mi perro, que por lo que dicen fue mi perro desde que yo nací. Miedo al mirarme a mi misma y no saber quién era en realidad...tristeza al mirar a mis padres llorando de la noche a la mañana...porque en algún punto ellos habían perdido a su hija, habían perdido a Cordelia Brown, yo solo soy una copia barata de aquella niña que amaba a sus padres. 

-No, no lo eres. Sigues siendo Cordelia.

-No, no lo soy.

El hombre hizo una larga pausa hasta que miró su reloj.

-Bueno, veo que nuestro tiempo se terminó.¿Te veo la semana que viene?-dijo tratando de no hacer ni el mas mínimo contacto visual conmigo.

-Si, por supuesto. -me levanté del asiento y extendí mi mano hacia él. Él dudó, pero al fin y al cabo estrechó su mano con la mía y me fui del consultorio.

Recuerdos de un amigo perdido...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora