Es noche cerrada.
Ella está en su habitación. Mira el reloj de la mesilla de noche: son las cuatro y media de la madrugada. No ha podido dormir en toda la noche y en la mañana tendría clase. Miércoles. Cómo los odiaba. El miércoles es el día que está en la mitad de los demás. Como ella antes, aunque ya no.
En muy poco tiempo su vida ha cambiado mucho.
Los odia.
El timbre suena, dando comienzo a las clases. Blanca, Vicky y Álex están en la puerta del instituto, esperando a Laura. Siempre es la que más tarda.
—Esta niña tiene el culo cuadrao y no llega —comenta Blanca, avanzando hacia la puerta para entrar dentro del edificio—. Es una lenta.
Cuando van a entrar, oyen de lejos un grito. Los tres se giran, lo reconocen. Es Laura, que llega corriendo hasta ellos.
—Gracias por esperarme, ¿eh? Qué buenos amigos sois —dice con sarcasmo.
—De nada, hia, pero haber salido antes —contesta Blanca, adoptando el mismo tono que Laura, que le lanza una mirada asesina—. Si llegamos tarde que conste que es por culpa de la niñata esta, que es una lentorra —y otra mirada mal de Laura—. No me mires así, es la verdad.
Cuando entran a clase, no encuentran a la profesora de Francés, que tan mal le cae a Blanca, sino que se encuentran a un profesor al que no conocen.
—Su profesora no ha podido venir, así que yo estaré esta hora con vosotros Tenéis esta hora libre para hacer lo que queráis.
Los cuatro se sientan al fondo de la clase, dos y dos. Delante están Blanca y Álex, que se giran rápidamente.
—Bueno, Laura... —empieza Blanca, sonriendo como una loca—. ¿Nos vas a contar cositasss?
Laura suspira y se le queda mirando.
—Qué pesados... —con una sonrisa.
—Venga, Lau, cuéntanoslo —intenta sonsacarle Victoria, que está a su lado, dándole golpecitos con el codo—. Venga... Venga, venga... ¿Eh?
—Venga ya, coño —dice Blanca.
—¡Cuéntalo! —insiste Álex.
Laura posa la vista en cada uno de ellos, seria.
—Venga... —dicen los tres a la vez.
—Si os he dicho que no me pasa nada, es que no me pasa nada. Joder, confiad un poco en vuestra amiga, ¿no? ¡Mira que sois un coñazo! —se da la vuelta en la silla, dándole la espalda a los tres.
—Somos un coño muy grande —dice Álex, aunque ninguna se ríe, únicamente él.
—Lo siento, pero te tengo que poner en modo tenia. Tú me obligas —cuando acaba de decirlo, Blanca le pone el gorro de la chaqueta a Álex y tira de los cordones.
—Venga, Blanca... Venga, no... Quitamela... —le ruega, aunque ella no hace caso.
Dani, el típico pringado de la clase que intenta aparentar ser guay aunque no lo consigue, acerca su silla a la mesa donde están los cuatro.
—¿Qué pasa, chicas? —dice sonriendo. Mira a Laura, que sigue dándoles la espalda—. Blanca, ¿qué le has hecho?
Los tres se le quedan mirando mal.
—Vete, imbécil —dice Laura, que se ha dado la vuelta únicamente cuando ha venido.
Él ríe.
—Qué paviiii —y, tras decir esto, se marcha.
Álex, que se había quitado la capucha cuando había escuchado la voz de Dani, mira a Laura.
—Venga, Laura...
—Hablanos, que si no nos aburrimos... —insiste Blanca.
En la cara de Laura se dibuja una sonrisa. Blanca abraza a Laura.
—Don't cry my little dog.
—Pero, ¿por qué no nos lo quieres contar?
— ¡Pero que no hay nada que contar!
Los tres se miran entre ellos, Vicky subiendo la ceja. Alex se sube la ceja con un dedo, porque no sabe subirla.
—Claro, claro...—dice Vicky, con incrédulidad.
—¿Pero por qué soy la única que tiene que contar cosas? El otro día solo me preguntastéis a mí y luego no quisísteis seguir jugando.
—Porque no respondiste y cambiaste de tema—responde Vicky. Mientras Blanca le vuelve a poner la capucha a Álex, ya sin ninguna razón.
—Vale, respondo si alguno de vosotros me responde quien le gusta.
—Entendido —contestaron los tres al unísono.
—Me gusta... Me gusta Gabriel.