CAPÍTULO 3

38 6 1
                                    

—¿Qué le ha pasado? No entiendo por qué se ha puesto así —dice Vicky.

Los tres se habían quedado ahí, pasmados, sin saber qué hacer. ¿Qué le había pasado a Laura? ¿Por qué se había cabreado?

—¿Qué hacemos? —pregunta Álex.

—Supongo que tendremos que ir a su habitación, a ver qué le pasa —propone Blanca.

—Vale, vamos.

Good dog —dice Blanca, dándole unas palmaditas en la cabeza a Álex, como si fuese un perro.

Álex no dice nada. Únicamente se le queda mirando con una media sonrisa.

Los tres se levantan y van al cuarto de Laura. La puerta sigue cerrada.

—¿Qué hacemos? ¿Llamamos? —pregunta Vicky, sin saber qué hacer.

—No, nos quedamos aquí hasta que se vaya a morir de hambre y tenga que salir a coger algo de comida a la cocina. ¿Tú que crees? —contesta Álex.

—Ja, ja, qué gracioso —dice Blanca con ironía—. Eres un bad boy cuando te pones borde.

—Yo nunca me pongo borde.

—No, claro...

—Venga, no os peleéis —intenta calmar Vicky—. Relax... ¿Entonces qué hacemos?

—¿Tú ves que esta puerta tenga cerrojo? —pregunta Blanca. Victoria niega con la cabeza—. Pues entonces entramos.

Blanca es la que se encarga de girar el pomo, y pone el primer pie en la habitación, seguida por Álex y Vicky.

Laura está sentada en la silla del escritorio, mirando por la ventana, dándole la espalda a los chicos. Está con las piernas y los brazos cruzados, con la cara roja por el enfado. Ha notado que los chicos han entrado.

Blanca se le acerca y apoya su mano en su hombro.

—Venga, Lau, no te enfades.

Ella no contesta. Gira la cabeza lentamente como si fuese una película de terror y lanza una mirada asesina.

—Vale, vale, perdón... —y se aleja poco a poco.

Los tres se miran entre ellos, sin saber qué hacer, aunque es Vicky la que pregunta:

—Venga, ¿qué te pasa?

Laura se da la vuelta en la silla giratoria, como si estuviesen en el despacho de El Padrino. Ahora la mirada asesina es para los tres.

—Como nos desintegres con la mirada luego nuestros restos los vas a tener que limpiar tú —dice Álex, riéndose, dándole golpes con los codos a las otras dos para que se rían, aunque sin éxito. Las dos se miran entre ellas, y luego lo miran, medio sonriendo. Él sabe lo que le van a hacer—. Venga, no...

Aunque ellas no le hacen caso. Cogen la capucha de Álex, se la ponen y tiran de los cordones, haciendo que no pueda ver y que parezca una tenia. Luego le hacen un nudo.

—Venga, Blanca... —insiste Álex para que lo dejen libre—. No, venga...

Él consigue librarse de ellas, aunque no del nudo, y, a ciegas, empieza a andar por la habitación.

De fondo se oyen las risas de las chicas, incluida la de Laura, que ya deja de estar enfadada.

—¿Sigues estando enfadada? —pregunta Vicky.

—Mmm... —da como contestación Laura, aunque se nota que ya no lo está.

Blanca abre los brazos y hace ruiditos.

—Ven a mi encuentro como cachorros hacia la perra madre.

Laura, riéndose, va hacia ella. Las tres chicas se funden en un abrazo mientras Álex sigue dando vueltas, a ciegas, por la habitación.

Un fuerte ruido se oye.

—¿Qué ha sido eso? —pregunta Vicky.

—Ostia puta... —se oye a Álex.

Las tres chicas lo miran. Él está en el suelo, tirado bocarriba y con la capucha todavía tapándole los ojos. Las tres se ríen.

—Venga ya, ayudadme —pide Álex—. Venga, chicas...

Corazones EstacionalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora