Vacío

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 Ya han pasado unos días desde que tengo la sensación de que me observan, no puedo creer que ni en mi propia casa puedo estar tranquila, todos los días era igual. Me levantaba cuando el vecino sacaba la basura, intentaba ver el sol por la pequeña ventana de mi cuarto, pero era imposible, siempre estaba nublado. La casa era bastante pequeña, así que no me demoraba nada en llegar al baño y luego preparaba unos huevos, pan tostado y un café. Tenía la necesidad de mirar hacia atrás cada cierto tiempo, esperando no encontrar a nadie, pero, de vez en cuando había unos ojos mirando por la ventana, daba bastante miedo. Intenté de todo para que desaparecieran, nunca tuve éxito. Hasta que un día al despertar  pude ver al dueño de los ojos, estaba a un lado de mi cama; tomo mi brazo y me sacó rápidamente de ella, comencé a gritar lo más fuerte que pude, nadie me escuchaba, nadie me ayudaba. Intenté aferrarme a la cama, pero mis brazos eran débiles. Salimos por la puerta principal de mi casa. Para mi sorpresa no había árboles, ni pasto, ni la brisa que recordaba, era un pasillo oscuro y a su alrededor miles de puertas iguales a las de donde habíamos salido. Fue cuando recordé todo, no era mi casa, tampoco eran departamentos, eran celdas de la prisión, lo ojos eran de un policía, y nos dirigíamos a mi ejecución.

Algunos cuentos cortosWhere stories live. Discover now