No te muevas

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Capítulo 2

Wendy Barnes.

Durante el corto trayecto hacia la colina pude conocer un poco más sobre la familia Diggory: vivían en Devon, así que guardaban cercanía con los Weasley y los Lovegood. Tanto el señor como la señora Diggory pertenecía a la casa Hufflepuff y por cómo hablaba Amos de su esposa debía ser una mujer encantadora. Quizás Cedric heredase los rasgos físicos de ella ya que no guardaba demasiado parecido con su padre, así como tampoco parecían ser igual de locuaces, aunque mostraba interés y se volvía servicial cuando la ocasión lo merecía.

–¡Con que aurora, eh! Ya le digo yo a Cedric que está más que capacitado para ello.

–Papá, por favor ...– dijo rodando los ojos y dedicándome una mueca.

Sonreí disimuladamente e intenté salvarle de la bochornosa situación desviando el tema. Parecía ser demasiado modesto como para aceptar que ensalzaran sus aptitudes en público.

–¿Y qué me dice del partido, Amos? ¿Irlanda o Bulgaria?

Cedric puso nuevamente los ojos en blanco y se rió entre dientes.

–¿Qué? ¿He dicho algo malo? –Pregunté ingenua.

–Deberías saber que mi padre es aún peor hablando de quidditch.

-¿De veras?

–¡Irlanda claramente! Sus jugadores tienen una táctica defensiva muy superior a la de los búlgaros. Aunque Krum ..., tiene vista de pájaro, ¿sabes? Su récord atrapando la snitch es de 19 minutos y 23 segundos. Algunos cazadores apenas han rozado una sola vez los aros con la quaffe y el muchacho ya alardea de llevarse los 150 puntos en ese tiempo. ¡Qué barbaridad! Creo que solamente alguien como Harry podría hacerle sombra. Ese chico tiene talento. ¡Mucho talento! Su padre ...

–Te lo advertí.– susurró suavemente Cedric cerca de mi oreja.

Era tal la emoción del señor Diggory que a medida que hablaba su marcha se iba acelerando cada vez más, hasta el punto de resultar un tanto complicado no perderle de vista.

–Parece tener pasión por todo lo que hace. Y por ti, si me lo permites decir.– reí con la intención de restarle importancia.

–Siempre ha sido así. Afable y jovial. Cuando mi madre se quedó embarazada se pasó el día entero lanzando fuegos artificiales con su varita. Deseaba tener un hijo que siguiese con la tradición familiar.

–¿Tradición familiar?

–Ingresar en Hufflepuff y respetar las reglas. – ambos reímos. – Ya hemos llegado.

Alcé la vista ante la colina colmada de cientos y cientos de tiendas de campaña, ordenadas en fila, guardando casi una distancia exacta entre unas y otras. Parecían champiñones gigantes brotando del suelo y muchas de ellas tenían hogueras a la entrada de donde procedía un delicioso olor a asado.

Conté ocho filas y después tres más a la izquierda.

–Ah, ahí están. ¡Papá, mamá! - exclamé alzando la mano.

Me giré para agradecer y despedir a Cedric y su padre cuando un estruendo ensordecedor hizo que me precipitase contra el suelo. Los oídos me pitaban entre gritos de dolor, desesperación y miedo. Aturdida hice un barrido visual. Parecía salir humo de alguna parte y unos destellos de luz cegadora cruzaban de izquierda a derecha. La gente corría de un lado a otro y algunos yacíamos en el suelo tratando de recobrar la compostura.
«–Mis padres. – pensé». Me apresuré a incorporarme apoyándome débilmente con los brazos. Miré hacia nuestra tienda de campaña pero no lograba verles. Una columna de humo ascendía hacia el cielo mientras las llamas devoraban todo a su paso. Entonces un dolor punzante recorrió mi estómago hasta el corazón.

–Papá ..., ¡PAPÁ! ¡MAMÁ!

–¡Wendy, no!

–¡MAMÁ! –Mi alarido retumbó entre los llantos y clamores del resto de personas.

Sus brazos me atraparon al tiempo que mis rodillas volvieron a tocar el suelo. Todo se tornó oscuro y cerré los ojos con fuerza dejando salir el torrente de lágrimas. El dolor me subía por la garganta hasta salir en forma de chillido. Una figura con túnica negra permanecía de pie junto a los cuerpos inmóviles de mis padres. Por una fracción de segundo me quedé en silencio, apretando los puños contra mis piernas, llenándome de una ira que me abrasaba por dentro. Me incorporé de un salto librándome de los brazos que me sostenían y caminé a paso firme hacia el encapuchado. Al verme, se giró con suavidad y comenzó a alejarse.

–¡NO TE MUEVAS!

La figura no pareció sentirse aludida por mi advertencia. Lejos de eso, siguió avanzando entre la devastación y la oscuridad que envolvía el ambiente. Debía ir tras ella, pero ¿a dónde se dirigía? ¿Por qué no desaparecer automáticamente? Mi respiración era cada vez más agitada y sentí la rabia quemándome el pecho. «Es como si quisiera que le persiguiese.» Pensé.

-¡Detente! ¡No te muevas! - exclamó alguien a mis espaldas.

—Te tenía por una chica más lista, Wendy.

Sentí su voz en mi nuca como un susurro helador. Entonces lo comprendí: cuanto más cerca estaba del supuesto asesino de mis padres más se acercaba el verdadero a mí.

[...]

Cedric Diggory.

Intenté detenerla pero logró zafarse y caminar con paso firme hacia el encapuchado. Me dolía la cabeza y no podía apoyarme bien sobre mi hombro izquierdo. Quizás me lo había fracturado al caer sobre él. Me puse de pie e intenté sujetarlo como buenamente pude con el brazo derecho. Había algo en aquella escena que no me cuadraba. Quien quisiera que fuera al que perseguía Wendy podría haber ido en la dirección contraria, pues se encontraba más cerca del extremo oeste del campamento. En cambio optó por atravesarlo para alejarse de ella igualmente.

—¿Ves algo, hijo? - Mi padre me cubría las espaldas con su varita preparada por si debíamos contraatacar.

—Wendy está persiguiendo a alguien. Pero ...— hice una pausa dubitativa.

—¡Shh! Algo se mueve a tu derecha.

Giré levemente el cuello y aguardé. Unos pasos parecían avanzar a unos 200 metros de donde nos encontrábamos, pero no veía a nadie. Sin embargo, eran cada vez más evidentes a la par que distantes.

—Parece que se aleja.— respondí a mi padre.

Fue entonces cuando por el lateral de las telas ajadas de las tiendas de campaña sobresalía parte de una túnica negra. Iba tras Wendy, cada vez más cerca de ella, mientras la otra figura se perdía en las sombras. Abrí los ojos sorpresivamente. No había dos encapuchados, al menos en ese instante, sino uno.

—¡ Detente! ¡No te muevas! —grité. —¡Es una trampa!

—Te tenía por una chica más lista, Wendy. —dijo la figura de forma escalofriante.

Y en un parpadeo, la marca tenebrosa cubrió el cielo, momento que aproveché para intentar desarmarle con el hechizo expelliarmus. Fallé. Sin embargo pude acercarme lo suficiente como para abalanzarme sobre ella y desaparecernos de allí.

Continuará...

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2021 ⏰

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