Capítulo 1
Wendy Barnes.
Siempre había tenido la habilidad de saber aprovechar el espacio al máximo, ocupando pequeños huecos con muchas cosas. Pero en aquella ocasión no estaba resultando ser todo lo útil que debería, así que no me quedó más remedio (si quería llevármelo todo) que usar el encantamiento de extensión indetectable.
–Capacious extremis.
Sonreí al ver que funcionaba. Mis lecturas sobre magia avanzada parecían no haber sido en balde y aunque aquello me costase que el Ministerio de Magia pudiese meter sus narices merecía la pena ir bien equipada para el mundial de quidditch.
Aún me sorprendía que mis padres quisieran acompañarme, pero la idea de que fuese sola o con mis amigos no era una opción y menos después de los estragos causados por Sirius Black en Hogwarts tras su huída de Azkaban. Había escuchado de todo durante el último año y vivido de cerca la amenaza que suponía para Harry Potter. Aunque nunca acabé de creerme esa historia. Quizá los T.I.M.O me tuvieran demasiado absorta, pero había tantas mentiras que se habían erigido como verdades absolutas que una ya no daba crédito ni a lo que veían sus propios ojos.
–Wen, ¿estás lista?– escuché que preguntaba mi madre desde la planta baja.
–Sí, ya voy.– le respondí haciéndome dueña de todos los bártulos y bajando por las escaleras.
Vivíamos en Castle Combe, un pequeño pueblo de Inglaterra a unas tres horas del centro de Londres, donde su escasa población y sus extensos terrenos nos permitían llevar una vida completamente normal a ojos de los muggles. Todos se creían que mi madre era enfermera en el Saint Thomas Hospital y mi padre trabajador de una multinacional tecnológica. Y no era del todo incierto. Mi madre, Betty Barnes, trabajaba en el Hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas, y mi padre, Adler Barnes, en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional del Ministerio de Magia.
Cuando llegué al piso de abajo mis padres esperaban de pie junto al umbral de la puerta con una pequeña mochila cada uno y ataviados con ropa cómoda. Yo en cambio, aún haciéndome valer del hechizo de extensión, llevaba más volumen de pertenencias, lo cual estaba justificado por la obligación de coger posteriormente el Expreso a Hogwarts.
–Ya podemos irnos.
–Bien. Tu madre y yo iremos juntos. Es mejor que viajes sola con eso.– dijo apuntando hacia mi baúl.– Recuerda bien el lugar, Wendy.
–¿Que recuerde bien el lugar? ¿Es que vamos a...– no llegué a terminar la frase y mis padres se habían evaporado delante de mis ojos–... aparecernos?
Efectivamente. Habían decidido aparecerse en lugar de utilizar un traslador como la mayoría de los magos. Desde que había adquirido la licencia mi padre no dejaba de animarme para que lo emplease a menudo. Le encantaba la sensación, decía, pero la realidad era bien distinta para mí y no terminaba de acostumbrarme a esa fuerte presión que te producía en todo el cuerpo.
–Bueno, si no quieres perderte el partido no tienes alternativa.– me dije a mí misma.
Así que visualicé el lugar con fuerza y en una fracción de segundo sentí mi cuerpo descomponerse.
...
El sol me cegó en los ojos cuando conseguí abrirlos y luché por mantenerme en pie. Me sentía mareada y un poco desorientada pero traté de localizar a mis padres entre la multitud.
Todo estaba lleno de tiendas de campaña dispuestas en filas, banderas de distintos países de Europa, elfos domésticos transportando equipajes y gente, demasiada gente. Avancé unos pasos poniéndome de puntillas y casi termino decapitada por un grupo de niños que sortearon mi cabeza con sus escobas.
–¿Buscas a alguien?
Una voz muy familiar procedente de mi espalda hizo que me girase casi de inmediato.
–¡Señor Weasley!– exclamé.– Eh...,sí, estoy buscando a mis padres. No los habrá visto por casualidad, ¿verdad?
–Me temo que no, Wendy. Nosotros acabamos de llegar.– anunció dirigiéndose hacia sus acompañantes.
Harry, Ron y Hermione iban detrás de él, seguidos por Fred, George y Ginny. Alzaron sus manos en señal de saludo y yo les respondí con una amable sonrisa. Mi padre y Arthur eran viejos amigos del Ministerio, aunque no fue hasta mi entrada en Hogwarts cuando empecé a tener contacto con los miembros de la familia, incluidos Harry y Hermione. Al fin y al cabo todos estábamos en Gryffindor y nos conocíamos.
–Por cierto, creo que no conoces al señor Diggory. Amos, esta es Wendy, la hija de Adler.
No me había fijado hasta ese momento en que había dos personas más con ellos. Un señor bajito, muy sonriente y con gafas se hizo paso entre los gemelos tendiéndome su mano.
–Un placer, señor.– dije estrechándosela.
–Había oído hablar mucho de ti pero no tenía el gusto de conocerte. Trabajo en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, conozco a tu padre. Y este es mi hijo, aunque a él puede que sí le conozcas.
Nuevamente apareció entre los gemelos un segundo acompañante: un chico alto, de complexión fuerte, tez pálida, cabello castaño y ojos grisáceos.
–Hola, soy Cedric, encantado.
Tardé unos segundos en darme cuenta que me estaba tendiendo su mano al igual que había hecho su padre.
–A ti te conozco.– respondí.– Eres el buscador y capitán del equipo de quidditch de Hufflepuff.
–Así es.– dijo sonriendo con los labios.
Nunca habíamos tenido ocasión de presentarnos pese a que coincidiéramos en la escuela. Tan solo era un año mayor que yo y por lo que tenía entendido era un chico muy querido entre los profesores y alumnos.
–Bueno, siento interrumpir las presentaciones, pero debemos continuar.
–Supongo que nuestros caminos se separan, Arthur.– añadió el Señor Diggory dándole un abrazo.
– Ha sido un honor volver a verte y conocer a tu hijo por fin.
Observé cómo se despedían con las manos cruzadas por delante del cuerpo mientras echaba algún que otro vistazo a mi alrededor por si veía a mis padres.
–¿Quieres que te ayudemos a buscar a tus padres, Wendy?
–Oh, no, gracias señor Weasley. Caminaré en dirección hacia la colina. Nuestra tienda de campaña está por ahí.
–En ese caso buena suerte.
Asentí con la cabeza y les dije adiós dispuesta a emprender la marcha.
–¿Dices que tu tienda está en dirección a la colina?
Cedric estaba sujetándome del antebrazo.
–Sí.
–Mi padre y yo vamos hacia allá. Es por aquí.– indicó con un ligero movimiento de cabeza hacia el lado contrario al que me disponía a ir.
Así que cogí mis cosas y seguí a los Diggory a través del campamento.
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Amortentia
FantasyAño 1994. Un nuevo curso comienza en Hogwarts marcado por el inicio de los mundiales de Quidditch. Para Wendy Barnes es su sexto curso y, tras superar sus T.I.M.O con buenas calificaciones, todo apunta a que será un año lleno de desafíos y grandes r...