Capitulo IV

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Habían transcurrido casi cuatro años desde el matrimonio de Rachel y Daniel. El enlace se llevó a cabo cuando ella tenía ocho semanas de embarazo y la criatura llegó siete meses después para un mes de octubre. La pareja recibió a una hermosa niña a la que llamaron Emily, quien estaba por cumplir su tercer aniversario de vida.

La crianza de la pequeña había quedado completamente sobre Rachel, Daniel le prestaba poca atención a su hija, ella creía que su rechazo a 'Em' como cariñosamente la llamaban, era porque la infante era el eslabón principal de la cadena que los unía.

Durante todo ese tiempo la vida de Rachel había cambiado, vivía en una jaula de oro y lo único que daba sentido a su existencia era Emily. Recibía una suma mensual para sus gastos y los de la niña, dinero que utilizaba solo si era necesario. Cuando se casaron se fueron a vivir al apartamento de soltero de Daniel allí en el Distrito Financiero, cada uno en su habitación; su única compañía a parte de la niña, era Cecil, una mujer mayor quien era la encargada de la cocina y de la limpieza y que además se había convertido en otro miembro de su familia.

Rachel había terminado sus estudios pero hasta el momento no había logrado trabajar, necesitaba un empujón por parte de su esposo para poder ingresar a un buen restaurante, pero Daniel no le prestaba atención, para él ella era solo una figura decorativa y a la que rara vez le dirigía la palabra, sus esperanzas de hacer que el se enamorara de ella fracasaron a los pocos meses de la boda y se había dado por vencida.

Él por el contrario siguió como si  nada hubiese ocurrido, continuaba visitando clubes nocturnos, era común verlo en alguna revista siempre acompañado de Tifanny, su fama de playboy no había disminuido un céntimo, lo único nuevo era que al ganar Robert las elecciones al congreso de la república, él había quedado como presidente de la compañía, convirtiéndolo esto a sus 37 años, en uno de los hombres menores de 40 más poderosos de la nación, lo que además lo llevaba a estar por fuera de la ciudad y del país constantemente.

Para Daniel esto era beneficioso, los continuos viajes le permitían estar lejos de Rachel y de Emily, una niña a la que no sentía suya. Siempre buscaba la manera de evitarla, él no había querido ser su padre, así que lo mejor era mantener las distancias.

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Daniel llevaba una semana por fuera, Rachel se había enterado por Cecil quien estaba mejor informada de las actividades de su esposo. Por tercera vez no estaría para el cumpleaños de la niña, Emily sabía que él era su padre pero a su corta edad se había acostumbrado a no verlo todo el tiempo y a que él no era parte de su vida.

Había llegado el día del festejo, como siempre contaba con su madre, su hermana y su amiga Cinthia quien se había casado y tenía un pequeño de siete meses. Esas tres mujeres, junto a Cecil, sus suegros y cuñada, eran las únicas personas con las que ella y la niña tenían contacto.

-Mita -así le decía Emily, que era el diminutivo de mamita - los abuelitos también vienen?- preguntó la pequeña.

-No Em, los abuelitos junto a la tía Amber tienen un compromiso, por eso los veremos mañana - la infante puso cara triste por lo que Rachel prosiguió - pero vienen la abuelita Helen, Tiiiti Tracy y Cinthia traerá a Andrew.

-Hurra! - exclamó Emily feliz- me gusta ver al primito Andrew.

-Cecil te preparó un delicioso pastel de vainilla y naranja como tanto te gusta, ya eres una niña grande - Rachel procuraba brindarle el mejor ambiente a su hija. Pese a la ausencia de Daniel, ella crecía como alguien feliz.

Sus familiares llegaron momentos después y se encontraban en la sala cantándole el cumpleaños a Emily. Tan entretenidos estaban que no se dieron cuenta de la llegada de Daniel. Su regreso estaba programado para el domingo, pero había llegado dos días antes de lo previsto.

Viviendo entre las espinas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora