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Y corría, corría

como si no hubiese un mañana;

le encantaba sentir el aire fresco de la madrugada, y su cabello alborotado por el viento que brindaba la naturaleza.

Y un día, corrió y corrió,

Pensando que alguien la seguiría,

sin embargo, ella misma se cegó;

y al final del día nadie la persiguió,

y en aquel largo camino, se perdió y nunca más volvió.

Pues la oscuridad de la noche, la consumió...



El jardín de las almas olvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora