—¡Mady!― susurra alguien mientras golpean mi ventana.
—¿Qué haces aquí?− pregunto alarmada al ver a Erick afuera de mi habitación. Abro rápidamente el cristal y veo que está parado sobre algo.
—Nos vamos— dice convencido.
—¿A dónde? ¿Subiste hasta aquí en una escalera?
—¿Qué esperabas?― inquiere y entra a mi habitación saltando por el borde de la ventana― ¿Alas de murciélago? ¡Cámbiate! Saldremos esta noche.
—Estoy castigada. Además, fuiste un patán esta mañana.
Erick pone los ojos en blanco y se sienta sobre mi cama mientas sopla aire caliente sobre sus manos.
—Soy un patán la mayor parte del tiempo. Además—agrega—. Todos los que vamos a salir estamos castigados. Esto no va a empeorar las cosas.
—¿Nada igual a lo de anoche?− pregunto cuidadosa.
Erick se lleva dos dedos a los labios.
—Lo juro.
Sonrió un poco.
—Está bien, sal mientras me visto.
El chico pone los ojos en blanco de nuevo.
—No eres la primera chica a la que vería desnuda— replica, pero salta por la ventana.
Ni loca voy a usar su peligrosa escalera, pero si salgo por la puerta corro el riesgo de ser descubierta por uno de los prefectos, así que ¿por qué no? Me enviaron aquí contra mi voluntad, he hecho cosas toda mi vida sólo siguiendo las reglas ¿qué puede pasar si una sola noche las rompo? Espero que nada malo.
Salgo del baño ya cambiada con ropa abrigadora para el frio del exterior y paso mi pierna por la ventana, cuando mis dos pies están apoyados en el alfeizar, siento como Erick coloca sus manos sobre mi cintura para ayudarme a bajar y esa simple acción me hace sentir muy nerviosa.
Todo parece estar lleno de posibilidades, así que les doy una sonrisa a quienes me esperan abajo. Osman, Taylor, Dexter, Robín y... Cameron.
Todos ellos avanzan hacia un par de faros que iluminan la oscuridad. Parecen tener todo planeado. Camino hacia ellos y veo que Cameron es quien va más despacio, adecuando sus grandes zancadas a mis lentos pasos.
—Una cita con el destino—digo cuando estoy a su lado.
—¿Qué?− Parece confundido.
—Esa es la respuesta a tu pregunta. Prefiero una cita con el destino que un baile con la muerte.
Una gran sonrisa ilumina su rostro.
—El destino cambia—digo.
—Y la muerte es definitiva—responde.
No sé porque los sigo, pero esta noche se siente más como el destino.
Subimos al auto, Robín está recargado sobre una de las puertas mientras fuma un cigarrillo. Me regala una mirada de fastidio y apaga su vicio de una pisada contra el suelo.
―¿Terminaron de ser pervertidos?― pregunta.
―¿Qué?― mi voz sale en apenas un susurro.
Es cuando me doy cuenta de que solamente nos estaban esperando a Cameron y a mí. Agradezco a Dios por la oscuridad ya que no pueden ver que me ruborizo. El día que se den cuenta de que no he tenido mucho acercamiento con los hombres, bueno, supongo que será mi peor pesadilla.
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Criaturas Nocturnas
ParanormalAmadea Polifeme. Gran nombre, lo sé. Odio los perros, amo los gatos. No es la gran cosa. Las cosas van bien, o por lo menos así estaban. Mi padrastro ha encontrado la manera perfecta de deshacerse de mí, la mosca en su avena. Me en...