4.- Detalles:

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No sé qué hacer. Tengo que salir de mi habitación, una parte muy en el fondo espera que el chico que conocí me esté esperando afuera y me acompañe al comedor a desayunar, pero la parte realista que reprime a la optimista dice que deje de ser una niña y me comporte con la madurez de siempre.

Ya tengo puesto el ridículo uniforme y mi cabello cae en ondas sobre mi espalda.

Mi cuerpo se siente adolorido y pesado, como si hubiera hecho mucho ejercicio, además de que mientras me duchaba, descubrí un moretón sobre mi rodilla derecha. Debía haberme golpeado con algo en este minúsculo cuarto.

Tomo una respiración profunda y abro la puerta. Afuera no me espera nadie, solo hay algunos chicos que salen de sus habitaciones, se encuentran con sus amigos y caminan juntos por el pasillo, bromeando y jugando. Ellos me miran de reojo, no es una mirada de “¡Es una chica!” Más bien es una mirada de “¿Eso es una mujer?”

Pongo los ojos en blanco y cierro la puerta. Me doy cuenta con una sorpresa de que el letrero que había colgado ya no es tan triste…

El marcador verde con el que estaban escritas las palabras de: HABITACION DE MADY, ahora tiene ramificaciones de color morado, que van subiendo de tonalidad conforme se acercan a mi nombre. Las orillas de las hojas son de un color negro opaco, pero eso no lo hace ver mal, ya que en todo el letrero, los colores se mezclan de una manera mágica. Incluso, el fondo de la hoja tiene ese tono azulado, como si estuvieras debajo del agua.

Quien hizo eso es un genio de los colores.

Sonrió un poco. Es un lindo detalle.

¿Quién lo habrá hecho? ¿Mi vecino de dormitorio? ¿Osman?

Sacudo la cabeza y camino por el pasillo. No importa quién lo hizo, no quiero saberlo. Nunca tendré demasiado acercamiento con estos seres. Con estas extrañas criaturas. Con esos… esos hombres.

Bajo las escaleras con cuidado, ya que el cuerpo no ha dejado de dolerme. Las paredes son de piedra, y los escalones de un azulejo de color negro. El sol opaco entra por las grandes ventanas y por el domo del techo. Pensándolo bien, no estaba tan mal este lugar, a pesar de la luz mortecina de Londres. Me pregunto… ¿Cómo será la biblioteca? Es un lugar para súper genios, debe tener un santuario de libros perfecto.

Con esa idea en mi cabeza es que llego un poco más animada al comedor. La puerta grande de metal y cristal me separa de un montón de hombres estudiantes hambrientos ¿Hay algo peor que eso?

− ¿Vas a entras o te vas a quedar ahí parada siempre?− pregunta alguien a mi espalda.

Es un chico algo bajito, tiene gafas y un rostro que parece de un niño de doce años, esta medio sonriendo, medio haciéndome una mueca de disgusto.

Me muerdo el labio. Él pone los ojos en blanco y me rodea para empujar la puerta y entrar.

Por unos segundos puedo escuchar el desastre de adentro, pero cuando la puerta vuelve a cerrarse me quedo sola con el silencio del pasillo.

Hay una placa que parece de oro por encima de la puerta, esta dice con letra cursiva:

“El talento y la ambición son la mezcla perfecta para el éxito”

Frunzo el ceño, esas palabras suenan como algo que diría el director Drácula.

−Está escrita por todas partes− dice alguien a mi espalda− Esa cosa.

Detrás de mi esta Osman, el chico que había entrado en mi habitación sin permiso. Debía disculparme con él por cómo me porte ayer.

Me doy cuenta de que algo se mueve por debajo de su suéter del uniforme. No sé qué es, hasta que la cabeza del asqueroso Chihuahueño se asoma por el cuello de su camisa.

Criaturas NocturnasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora