Irene.
Muchas personas pueden reconocer la peculiar belleza que adorna a la vida, el lado dulce y amargo mezclados en sincronía que transcienden a esta y resaltan la adrenalina y emoción que se apoderan de nosotros en cada instante; vivir es sinónimo de oportunidades, de ilusiones y felicidad, pero también podríamos asociar el termino con fracasos, oscuridad y sufrimiento. Tal vez la vida sea maravillosa para muchos, obviamente siempre existirán problemas, pero hay un grupo de individuos no tan afortunados que no tienen la misma condición, viéndose sumergidos en una vida estancada en el abismo de errores pasados de otras personas o de los propios, que marcaran completamente sus presentes. Tomando mi ejemplo, podríamos destacar el primer caso. Desde mi nacimiento, he sido el lienzo en el que se trazan y desencadenan los conflictos, vanidades y egoísmo de las personas que deberían quererme y cuidar de mí, pero para mí mala suerte nunca ha sido así. En mi infancia definitivamente no existen recuerdos que me alegren, vivía en un barrio en donde era imposible transitar tranquilamente por las calles, rodeada de drogas, alcohol, armas y pandillas, pero eso realmente no es lo peor de la historia, prefería observar con inocencia la cacería maliciosa de los pandilleros que rodeaban la zona a poner un pie en lo alguna vez pude llamar hogar; ese lugar era realmente un infierno, en ese momento tenía dos hermanos mayores pertenecientes a una de las bandas del cuadrante, normalmente nunca estaban en casa, mi madre y mi padre siempre se encontraban alcoholizados o dominados por alguna sustancia extraña que ellos mismos se encargaban de colocar en su organismo y normalmente siempre se divertían conmigo, pero vaya que yo no lo hacía, tal vez la tortura psicológica podría llegar a ser más fuerte que la física, era demasiado cruel y devastador que tan solo con ocho años tuviese que escuchar a mis padres culparme por todos sus problemas y llamarte basura, tornándose agresivos hasta llegar a los golpes, esa era mi pesadilla día tras día. Cada noche me abrazaba a mí misma y me repetía que nada de esto era mi culpa, mi único refugio ante todo el caos era la esperanza, una chispa siempre se mantuvo encendida en mí y solo esperaba el momento justo para escapar.
Una desordenada tarde de febrero, me encontraba encerrada en mi habitación con las manos sobre las orejas, podía percibir extraños ruidos del exterior, gritos y como una que otra cosa era lazada, pero lo que más me preocupó fue como todo cesó de repente, salí un poco alarmada, pero tratando de contener los nervios, la imagen que vi nunca podrá borrarse de mi memoria: Vi a mi padre y a mi madre en el piso con un carcho de sangre alrededor. Luego subí la mirada y observé el causante de la situación, era una figura un poco conocida, cuando estuvo más cerca noté que era Tomás, mi hermano mayor y en ese instante todo se terminó de destruir, poco a poco trató de acercarse notando como me alejaba de él, pero sin más me tomó aplastándome entre sus manos tratando de asfixiarme, aún me encontraba completamente desconcertada, pero como pude me liberé del agarre y hui desesperadamente del lugar.
Vagué sin rumbo por la cuidad hasta que un agente que trabajaba con el estado me encontró y me llevó hacia un refugio en donde al parecer se encontraban los niños en mi situación, me asombró ver a tantos y desde ese momento descubrí que la vida no tiene ningún sentido. Cuando me catalogaron como posible adoptado ya que nunca vino alguien por mí, simplemente ya no sabía cómo reaccionar, muchos sentimientos se encontraban apagados por la tristeza que me abundaba. A la edad de 12 años fui adoptada por lo que a primera vista era una pareja normal y feliz, pero como la suerte nunca está de mi lado lo que parecía maravilloso, solo era una fachada en la cual se ocultaban los deseos avaros de la pareja, después de todo acoger a una pequeña abandona era una buena fuente de dinero por parte del estado, ni una pizca de cariño ha sido depositada en mi durante toda mi vida, mis emociones se han opacado poco a poco por todo lo acontecido y la esperanza ya había terminado de apagarse, continuaba viviendo por inercia, no encontraba mi lugar en el mundo hasta que me topé con ella.
ESTÁS LEYENDO
Last Hope.
Romance¿El amor realmente existe?, ¿acaso estamos destinados?, ¿por qué me siento de esta manera? No lo sé, pero deseo descubrirlo. El camino por vivir es largo, miles de tropiezos hacen parte de el, pero no me sentiré agobiada ni perdida si te encuent...