3. ¿Quién es papá en realidad?

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Dime porqué te fuiste papá, por qué no dejaste que creciera un poco y así poder recordarte. Mi cabeza no me enseña nada cuando intento recordar como eras, sirve de mucho que mi abuelo me hable de ti.

Quiero recordar la cara que ponías cuando me cargabas de bebé, ¿jugabas conmigo, papá? El abuelo dice que jugabas conmigo, ¿sabes? Yo no me acuerdo. Dice que aunque llegabas cansado estabas conmigo, meciendo esa cuna vieja de costal que tú mismo hiciste solo para mí.

Fuiste único para que el abuelo llorara esta mañana.

Hoy se cumplen cuatro años desde que moriste, eso es lo que ha dicho. Gritó pidiendo que le dieras fuerzas para que siga conmigo mucho tiempo más, ¿para qué quiere fuerza mi abuelo, papá? ¿Está débil? ¿Tú crees que también quiera irse con ustedes? No dejes que se vaya también, yo lo quiero mucho y no quiero quedarme solita.

Yo necesito que me siga hablando de ti para que no te olvide.

     — ¿Qué hago para que no estés triste? —no quería molestarlo, pero no salió de su cuarto y tengo hambre.

     —Ven y sonríe como lo hacia tu papá. —habla muy bajo, se ve que lloró.

     —Quiero que esté aquí.

     —Ahora mismo está aquí —me sienta con cuidado en su cama—. Justo detrás de ti.

     — ¿Qué hace? —cierro los ojos, imaginando.

     —Ahora está recargado en el marco de la puerta, casi puedo asegurar que quiere sonreír, sus ojos cafés brillan orgullosos de lo que ven, está feliz de ver a su hija siguiendo adelante, viviendo feliz a pesar de todo. —quiero llorar, papá está feliz entonces.

     —Dime más de papá, ¿Cómo era cuando era como yo de chiquito? ¿Tenía amiguitos? ¿Jugaba mucho? Dime todo abuelo. —pido emocionada, quiero saber si me parezco más a él que a mamá.

Sonríe muy triste.

     —Era un niño muy tranquilo, sonriente, tierno e incluso a pesar de que se enojara, era adorable. Tuvo amigos, venían a la casa a jugar casi todos los días, hacían mucho ruido, pero nunca dijimos nada tu abuela y yo de lo molesto que era. —escucho muy atenta a todo lo que dice—. Ese niño nunca desapareció. Francesca, tu papá pudo haber crecido, pero siguió siendo ese crio adorable, así como tú.

Siguió hablando cosas buenas de papá, mencionó muy poco a mi mamá; papá la conoció cuando trabajaba fuera del pueblo y la trajo aquí porque estaba es su pancita. Ella no la pasaba bien aquí, el abuelo decía que era una persona de ciudad y no se acostumbró nunca a vivir como pobres, a mi papá le ponía triste eso e hizo lo que pudo para que estuviera bien. ¿Entonces por qué se fue? ¿Qué le faltaba? Un día agarró sus cosas y se fue, dejándome en la casa solita, mientras mi abuelo y papá trabajaban en el campo.

     —No necesitamos mucho a Nicole, supimos hacernos cargo de ti a pesar de estar chiquita, entre los dos nos turnamos para estar al pendiente de ti; eso era lo más importante. —lo escucho más cansado, debe dormir, no podrá darme de comer y debo buscar en la cocina si hay pan o algo que pueda comer.

     — ¿No buscó a mi mamá?

     —Ni siquiera fue por ella, se enojó mucho por lo que hizo, pensó que serían una linda familia y vivirían aquí. Si ella se fue, su razón tendrá, no deberías pensar mucho en ello, no es un tema bueno para tu corta edad. —sé que soy una niña aún y no me importa, yo quiero saber qué pasó.

     —Mi papá nunca quiso irse. —digo en voz baja.

Siento los brazos de mi abuelo rodearme; sabe que quiero llorar.

     —Y nunca se hubiera ido de no ser por ese accidente —sé que no dirá como es que murió, solo dice accidente y no sé qué pasó—. Cuando enfermaste de fiebre estando de pocos meses, nunca se quitó de tu cuna, dormía a lado de ti, esperaba que estuvieras bien, y cuando te curaste, se alegró, te cuidó mejor diciendo que nunca enfermarías mientras estuviera aquí. Fue el mejor papá, incluso mejor que yo.

No aguanto más y empiezo a llorar, él me quería mucho y yo me siento mal por no recordarlo. Me gustaría al menos recordar cómo me cuidaba.

     —No me acuerdo de él, abuelo. —lloro mucho más fuerte.

     —Mientras esté aquí, siempre te contaré de papá. Mientras esté aquí nunca lo olvidarás, y si llegaras a hacerlo cuando me haya ido, debes recordar nuestras charlas —también llora conmigo—. Mi nieta querida, siento mucho que sufras y no pueda hacer nada. Le prometí a mi hijo hacerte feliz, y míranos, estamos llorando.

El abuelo siempre me hizo feliz a pesar de que lloráramos de vez en cuando, me enseñó muchas cosas como mi papá lo hubiera hecho. Muchos tienen la suerte de tener a sus dos papás juntos, no corrí con la misma suerte, pero sé que al menos uno de mis papás me quiso muchísimo y lo sigue haciendo desde el cielo.   

       ———
Fin

Abuelo, cuéntame de papá (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora