El amor de Ares & Afrodi.

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»Parte única.


Era deseable

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Era deseable.

Lo sabía.

Plisetsky no sólo había sido bendecido con curvas femeninas en su cuerpo que hacían alucinar a cualquier Dios o mortal que lo apreciara, ya fuera de cerca o de lejos, todos podían caer hipnotizados ante la gran belleza que desbordaba su rostro de una asombrosa piel cremosa y buenas facciones. Pero la verdad, eran sus demandantes ojos verdes los que hacían doblegar la compostura e iniciativa de cualquier hombre; pues al jugar con su larga cabellera rubia se volvía un ser demasiado provocativo y perfecto, que según decían los Dioses más grandes del Olimpo: ver su sonrisa era tan tentador y alucinante que no te dabas ni cuenta cuando terminabas siendo sometido a sus caprichos.

Porque sí, ¿para qué negarlo?.

Disfrutaba ser el centro de atención de todos.

Era coqueto, audaz y siempre caminaba con paso firme y decidido; uno que atraía la atención de muchos. Pues Yuri, era más conocido como el "Afrodi" de su mundo. Un Dios que sin dudas ni penas representaba muy bien todo lo que era: el amor y el deseo a flor de piel.
Aunque, a pesar de que él nunca lo planeó, ni tampoco tuvo alguna señal de su destino próximo, jamás se imaginó que terminaría siendo desposado por el Dios más feo –además de cojo– que nunca pudo imaginar.

—¡Están locos si piensan que me casaré con ese-. —Pero antes de que pudiera negarse, el Dios Viktor, conocido por ser el que gobernaba a todos los que nacían dentro de las tierras del Olimpo, usó uno de sus rayos para callarlo. Porque, y aunque Afrodi en ese momento lo encontrara sumamente injusto, Viktor era el que daba la sentencia final; pues además de ser su padre, y el que controlaba la osadía de Yuri, creía firmemente que el Dios del fuego y la forja –quien era conocido en lenguas humanas como Hefesto, pero apodado Jean Jaques Leroy en su mundo– sería el indicado para cuidar de la fina belleza indomable de su hijo.

Y así fue, como Yuri Plisetsky, el Dios más deseable y apasionado de todos, fue sarcásticamente sometido a un matrimonio en el cual no estaba para nada feliz. Pues tomar la mano de Leroy y tan siquiera besarlo hacía que un nudo repudiable se formara en su estómago, provocándole unas inmensas ganas de vomitar.

—Esto es una completa mierda —Se quejaba de vez en cuando en voz alta, procurando tener cuidado de que alguien lo escuchara, aunque era totalmente inconsciente al no pensar que Seung Gil, el gran Dios del sol, el que todo lo veía y que nada se le escapaba, oía sus barbaridades llenas de odio hacia Jean.

Afrodi podía ser un crío maleducado y desafiante muchas veces, que creía que el mundo giraba en torno a él y a su belleza divina por los halagos que recibía, pero un día se dió cuenta de que ya nada era lo mismo. Pues la mayoría de los Dioses lo habían dejado de cortejar al percatarse de su reciente matrimonio, y eso opacaba su carácter hasta tal punto que la gran parte de sus valiosos espejos en donde él solía verse para cepillarse cada mañana salieran rotos y quebrantados. Pero eso sí, Jean Jacques Leroy los arreglaba en un santiamén; porque a pesar de todo, él amaba con todo su corazón a Yuri, tanto que pasaba por completo el hecho de que su esposo le exigiera uno que otro lujoso regalo gracias a su don de ser el mejor artesano, como nuevos cinturones que podía colocar por alrededor de su cadera y ajustarlos para hacer que su hermosa figura resaltara mucho más; cosa que aprovechó en seguida para poner en práctica su plan de volver a ser tan deseable como lo era antes.

El amor de Ares & Afrodi [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora