2. El precio de no negarse a alguien

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Si bien el confundir a Lee Sung Jong con Lee Jin Hee me trajo problemas, el haberme encerrado por una semana y no ir al trabajo por la vergüenza me trajo un torbellino de estrés.

Sabía que el acto de abrazar a Sung Jong como si lo conociera de toda la vida me iba a seguir eternamente, quise golpearme contra la pared hasta perder la conciencia y olvidar aquella escena tan bochornosa. Lo peor de todo era recibir disculpas cuando yo fui el que causó aquel alboroto.

Pero era inevitable; Sung Jong era idéntico a Jin Hee, al menos lo era físicamente. Bufé al recordar las burlas del chico llamado Sung Yeol, ¿es qué él creía que yo era un niño? Tomé las hojas del escritorio y las tiré lejos de mí.

Froté mis manos contra mi cara, mi cansancio se iba, pero seguir pensando en mi ridículo no cesaba, ¡era un horror pensar en ello! Solo yo podía pensar que Lee Jin Hee se parecía a ese chico mal hablado conocido como Lee Sung Jong.

—Myungsoo—tocaron mi espalda y di la vuelta para encontrarme con mi jefe, podía oler mi despido. —¿Te pasa algo?

—¿Eh?

—Es solo que estuve buscándote durante tu hora libre en el cuarto de descanso y estabas enrollado en dos sabanas, no se podía ver tu rostro. —el jefe Kyu se acomodó en la silla del escritorio de al lado, podía ser buena persona en ocasiones.

No iba a decirle que había pasado la vergüenza de mi vida al abrazar a un desconocido y que me dieron un frappé por lástima. Yo me estaba molestando seriamente, si tan solo ese día no hubiese salido de casa ahora estaría pensando solamente en qué cenar.

—Tuve un... encuentro de muy mal gusto—dije para voltear a ver su expresión, Kim Sung Kyu sabía cuándo uno se encontraba mal o le decían mentiras, por lo que traté de acomodar mis palabras y que estas sonaran lo más sinceras posibles.

—Me gustaría decirte que te tomaras el día—y entonces mis ojos brillaron, un día libre era exactamente lo que yo necesitaba—pero tienes mucho trabajo pendiente, si necesitas una hora más de descanso házmelo saber, luego que termines escucharé todo lo que quieras, y puede que entonces te pague el almuerzo.

Lo vi sonreír para después ponerse en pie y caminar lejos de mí.

¿Quién se creía para ilusionarme así?

—Maldito sin ojos—me quejé más de 20 veces en voz baja, como si eso fuese a cambiar mi suerte.

Aquello después de todo había sido mi culpa, el trabajo acumulado era tanto que la mejor opción era fingir mi muerte. Una opción bastante ridícula para que una persona de 26 años como yo la estuviese pensando.

Fijé mi vista en el diminuto reloj de mi escritorio el cual marcaba las 6:30, aún faltaba media hora para mi descanso. Tomaría en cuenta las palabras del jefe, por lo que me apresuré a realizar el papeleo necesario lo más rápido posible.

Y cuando me di cuenta, por fin estaba frente a la cafetería.

—¡Eh, eres el señor abrazos! —habló frente a mí el chico que dos semanas atrás me había tratado con tanta lastima, tan solo recordarlo me daban ganas de correr lejos de ahí. —¿Vienes a ver a Sung Jong? Justo iba a mi descanso, pero...

Solo en ese momento me percaté de que no llevaba el uniforme del local, lo que indicaba que el saldría. ¿Qué iba a hacer allí dentro si él no estaba? Era mejor voltearme y hacer como que no le vi.

Para mi edad mis ideas eran las más tontas del mundo.

—¿Al menos estás oyendo alguna de mis palabras? —escuché su gritó el cual me hizo volver en sí, realmente no había escuchado nada—En verdad no escuchas a las personas cuando te hablan.

El pasado y yo | MyungyeolWhere stories live. Discover now